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¡Buenas tardes queridos, y queridas!

Después de una larga temporada reabro esta columna del blog, pero con otra temática. Tras

Invertir varios meses en narraros historias sobre brujas y magos famosos o peculiares.

En esta ocasión sin embargo os traigo una sección dedicada a historias de casas encantadas, fantasmas que deambulan por el mundo en busca de su descanso eterno.

 

Espero en esta ocasión, despertar vuestra curiosidad…

 

Y como no, aportar contenido interesante acerca de las almas de nuestro mundo.

 

Tras investigar con ganas, y buscar entre la marea de historias de este tipo que existen en nuestro mundo, llegue a una bastante conmovedora y que espero que al igual que a mi, ha hecho que de un pequeño respingo en mi silla y sonria en un final… ¡Espero que os pase lo mismo a vosotros!

 

 

Por eso hoy, os hablaré acerca de la Abadía Westminster, una de tantas historias que existen, acerca de un simpático monje que después de todo ha conquistado mi corazón gracias a su buena voluntad.

 

 

 

 

 

El fantasma de la Abadía Westminster.

 

 

Hace aproximadamente tres siglos se realizaron unos trabajos de remodelación en la abadía, los cuales consistían en rebajar más de medio metro todo su pavimento, he de apuntar que existen cantidad de sepulturas de ilustres monjes y personajes bajo el suelo de la abadía por lo que dichas tumbas, fueron trasladadas de lugar. Mientras se llevaban a cabo estos trabajos varios obreros pudieron ser testigos de la misteriosa aparición de un anciano ataviado con ropajes dignos de un monje de la edad media. Este se paseaba entre las tumbas que se encontraban en las catacumbas de la abadía. Este hecho perturbador se vio más agraviado cuándo los obreros advirtieron que la sombra de este caminaba a la altura en la que se encontraba el antiguo pavimento del lugar. Presas del terror, abandonaron los trabajos en los que se mantenían inversos, a pesar de que el simpático y silencioso fantasma no había dado muestra alguna de violencia. Sino todo lo contrario, un tímido gruñido acompañaba su solitario y cansino caminar por el cementerio. Al verse liberado de las catacumbas el viejo anciano salió al exterior con la capucha bajada. fraile gordo te superan dedicándose a realizar la señal de la cruz, perdonando los pecados de los muggles presentes en la abadía. Tras acabar este trabajo el monje regreso a su habitáculo, el 1125 en el que hallaba su descanso. Los obreros tras presenciar aquel espectáculo, investigaron acerca de quien se encontraba allí enterrado. Descubrieron que el fantasma se llamaba Fray Guillermo de Canterbury, uno de los monjes con más poder del siglo XII, de la Inglaterra feudal. Este señor, siempre asistía a la coronación de reyes y su opinión era tomada en consideración por monarcas y nobles. Tras estudiar diferentes manuscritos encontraron la razón por la cual había sido enterrado con todo el boato destinado a un jerarca de la Iglesia, y es que este fraile había sido consejero espiritual del rey Jorge. En una partida de caza, este último tuvo un accidente y quedo malherido, requiriendo así la presencia de nuestro protagonista del que fue requerida su presencia, para que pasase los últimos momentos con el monarca que se encontraba al borde de la muerte, pero no pudieron localizar a tiempo a Fray Guillermo. Cuando este tuvo conocimiento de la noticia marcho rápidamente hasta donde se encontraba el rey pero solo llego a tiempo para rezar a los pies del cadaver del rey Jorge. Dos años después tras autoinflingirse innumerables castigos por su negligencia Fray Guillermo fallece, y desde ese día sin descanso deambula por las catacumbas de la abadía buscando la paz. Pero días después de que los obreros descubriesen este hallazgo sobre Fray Guillermo este, vuelve a aparecer y varia su rumbo, esta vez sale de la abadía y recorre el camino hasta el castillo real donde el rey Enrique V se encuentra cercano a la muerte, y en busca de un cura que perdone sus pecados. Fray Guillermo se encarga de todo, y poco después vuelve a su tumba. Antes de acostarse definitivamente tuvo tiempo para realizar un gesto de paz y tras 268 días de vigilia pudo por fin descansar en paz.

 

 

 
 
 
¡Espero que os gustase, esta historia!
Hasta la próxima...
 
                                                                                                                                                                                                                                                                          .