Recibí su reporte y lo leí con gran interés. Parece que su experiencia con el occamy ha sido al mismo tiempo emocionante y admirable, y me alegra que así haya sido su experiencia. Yo, sin embargo, no puedo devolver completamente las buenas noticias. Permítame, por favor, que le narre lo acontación en mi propia misión, tan similar y al mismo tiempo tan diferente de la suya.
Mientras usted viajaba a la India tras el Occamy, a mí me asignaron a Escocia para poder investigar el caso de unos hipogrifos desaparecidos en la región de las Highlands. Era un caso muy delicado porque, como imagino que sospecha, estaba enlazado a una banda de cazadores furtivos, que probablemente estén relacionados con los traficantes que usted enfrentó en su misión, posibles culpables de esta desaparición. Mi tarea era localizarlos, garantizar su seguridad y recopilar información sobre los maleantes detrás de ello.
El clima en el bosque de Glen Affric era gélido, una niebla tan espera que no me dejaba ver dos metros por delante de mí. Y el silencio, Bailey, espero que nunca se encuentre con uno de ese calibre. Estaba cargado de tensión, de una expectación que se me agarraba al pecho y me hacía permanecer alerta y no solo porque sepa que los hipogrifos son criaturas orgullosas y desconfiadas y que encontrarme con una por sorpresa podría ofenderlas y hacerme acabar mal, si no porque en cualquier momento los furtivos podrían encontrarme sin que yo les viera a ellos.
Me llevó tres días de búsqueda, lo que es realmente poco si tenemos en cuenta el tamaño de los terrenos que se me asignaron, di con el rastro de los cazadores. Cuatro hombres como un campamento improvisado rodeado de trampas, y dentro los hipogrifos retenidos. Ambos estaban encadenados y le puedo asegurar, Bailey, que parecían agotados. Ver a unos animales tan magníficos reducidos a semejante estado me llenó de impotencia. Su plumaje plateado parecía mate, no había brillo en su mirada. Eran un reducto de lo que los hipogrifos son y sabía que tenía que actuar y preferiblemente con rapidez.
Esperé hasta la noche para poder camuflarme en la oscuridad, es una medida de precaución, a veces los hechizos desilusionadores fallan. Como le pasó a usted, me vi superado por los números, pero tenía una ventaja y es que si conseguía liberarlos y atraer la atención de los furtivos, los hipogrifos estarían a salvo, su instinto de supervivencia haría el resto.
Desactivar las trampas con el mayor sigilo posible no fue sencillo, pero me las ingenié. No tenía tiempo de inclinarme ante ellos y sabía que les estaba ofendiendo y al mismo tiempo poniendo en peligro mi vida, pero debía actuar. Liberé al primero de los hipogrifos, que me miró fijamente a los ojos y sentí que se me iba a lanzar encima, pero aceptó mi presencia y, acto seguido, abrió las alas y emprendió el vuelo. Ahí fue cuando el caos se desató.
Los hechizos comenzaron a volar y a Merlín doy gracias que se me hubiera ocurrido intentar camuflarme con las sombras porque fue lo que me dio el tiempo suficiente para liberar al segundo de los hipogrifos. Su vuelo fue increíble, majestuoso, pero no pude disfrutarlo porque estaba siendo el objetivo de los furtivos que aunque intentaron reaccionar, solo pudieron intentar detenerme. Su esfuerzo fue en vano, porque pude escapar con algunas magulladuras, pero ellos también huyeron antes de que llegaran las autoridades.
¿Fracasé? Lo hice. Pero tengo el consuelo de saber que los hipogrifos están a salvo, los encontraron mis compañeros que estaban por la zona y les guiaron hasta una reserva en Gales donde serán vigilados de cerca.
Me da tanta pena, Bailey, que unas criaturas que para mí representan la libertad y dignidad sean tratadas de someter por los humanos. Es algo que nunca entenderé. Como con el occamy, nuestro deber es protegerlos porque son esenciales para el equilibrio mágico, y quizá haya fallado en traer ante la justicia a esas personas que disfrutan tratando de aprovecharse de estas criaturas, he conseguido liberarlas.
Le contaré más detalles cuando nos veamos en persona, y quedo a la espera de nuestra reunión además de, por supuesto, atento a cualquier novedad sobre su caso. Ha sido un placer leer su informe y me honra compartir esta lucha con una persona tan comprometida como usted.
Un saludo cordial,
Herbert.