¡lo he conseguido! ¿Se acuerda de la expedición a la que me mandó, a la India, para encontrar a aquel occamy que estaba bajo amenaza de traficantes de criaturas? Le voy a contar lo que ha pasado en toda mi aventura y presentarle el informe que me pidió que realizara una vez terminase todo. He de decir que aquí haré un resumen, no puedo contarle todo ya que es un tema delicado, no soy la misma persona que la que era antes de irme. He visto cosas, don Herbert, que ojalá no hubiese visto.
En fin. Los encontré, y los seguí. Eran cinco personas, solamente, pero yo era uno así que tuve que apañármelas para que no me descubrieran. Durante el camino, agradecí que no hubieran decidido ir al Lejano Oriente, ya que allí también existe algún que otro occamy, pues bien sabe usted, don Herbert, que no me gusta aquel territorio por las experiencias que he tenido. La India era un lugar desconocido para mí, así que estaba bien con eso. Por fortuna, no me pillaron, y después de unos días, encontraron al primer occamy.
Nunca comprenderé cómo pueden querer dañar a cualquier criatura, pero mucho menos a esta bestia alada y serpentina. No solo porque sea bonita (su piel turquesa, sus plumas azules cerceta y el pelaje púrpura hacen una combinación preciosa, ¿no cree?), sino porque es, simplemente, espectacular. Sí, sabemos que es extremadamente agresiva, pero, ¿quién no lo sería si intentan atacar sus huevos para robárselos y beneficiarse de ellos? Son muy protectores con ellos, al igual que cualquiera. Las madres humanas también lo son con sus bebés, las leonas igual. Todos. Es un comportamiento natural, así que no es de extrañar que se pongan así. No tienen porqué, seguro, si ven que no hay peligro sobre ellas. ¡Solo se protegen del ser humano! Eso fue lo que tuve ganas de decirles a esos malhechores cuando los escuchaba hablar mal del occamy. Qué rabia me daba, don Herbert, pero tuve que mantener la entereza y no saltar para que no me descubrieran y salvar a esas criaturas de esos seres del mal.
Voy a hacerle un spoiler para no mantenerle con la curiosidad, don Herbert, pero no. No lo hicieron, y ahora le cuento por qué. Fue maravilloso, la verdad. Llegamos a Agra, y me hubiera encantado dedicarle un tiempo más del que pude y así poder ver el Taj Mahal, pero no tuve apenas ya que era el momento clave de la investigación, y si les perdía la pista, todo mi esfuerzo hubiera sido en vano, y hubieran atrapado al occamy y sus bebés. Tardaron tres días mías en encontrar la ubicación de este, y todo porque intentaba despistarlos con pistas falsas, pero al final lograron encontrar las verdaderas por parte de la misma gentuza que eran ellos. Hice lo que pude, don Herbert, pero en eso, fracasé.
Por supuesto que sí, no estaría escribiéndole esto si no fuera así, porque la vergüenza hubiera sido mayor que mi profesionalidad. Y el dolor, no hubiese soportado que un occamy hubiera sido dañado por culpa de ineficiencia. Afortunadamente, todo salió bien.
Acabaron encontrándolo, y durante el camino me enteré de cuál era su objetivo: hacerse no solo con todos sus huevos, sino con ese occamy también ya que habían escuchado que ponía muchos más huevos que el resto. Yo nunca había oído algo así, don Herbert, y no sé si era verdad (no lo llegué a descubrir), pero me horrorizó. Querían explotar a esa pobre criatura para tu propio beneficio, quitarle a sus bebés para seguir produciendo en masa y así traficar con ese ingrediente para pociones.
Horroroso, es que no tengo otras palabras.
Que el occamy es una criatura espectacular. Una vez lo encontraron, eran cinco contra uno, y nunca se me borrará de la mente como, sin saber exactamente la manera en la que lo hizo, ocupó el doble de espacio que esos malhechores juntos y defendió sus huevos para una auténtica bestia. No he visto ser más agresivo (tampoco es que tenga tanta experiencia, fui becario hasta hace poco), y me resultó admirable. Yo, por supuesto, aproveché para salir de mi escondite y ayudé a su protección.
No sé si es porque el occamy supo que estaba de su lado, porque no me prestó atención, porque no vio en mí intenciones de dañarle… Pero ambos pudimos con ellos. De hecho, he de decirle que tuvieron que atenderle en el hospital más cercano, por parte de los sanadores indios, aunque siempre bajo la atenta mirada de los magos golpeadores de allí también. Yo no me aparté en ningún momento y reporté todo a doña Victoire para que viajaran y, así, atrapar a la banda de traficantes. Todavía queda mucho que investigar, porque ese grupo es más grande que solo estos cinco, pero es un paso más para acabar con esta lacra de la sociedad.
Hay otras cosas que no puedo contarle en este informe como le dije al principio, don Herbert, y por eso me gustaría solicitar quedar en persona con usted para hacerlo. Son… cosas que sería muy imprudente de mi parte informarle por carta y preferiría cara a cara.
Un saludo formal,
Bailey.