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Roy Sirius Era el primer día de curso para los alumnos de Hogwarts, no había ninguna nube, el castillo parecía muy tranquilo. Roy el joven de Gryffindor empezaba su segundo año, se levanto muy temprano a pesar de que la cena de ayer terminor tarde para dar la bienvenida a los alumnos de primer año. El leon queria dar una vuelta por los jardines de Hogwarts, ya que lo había echado mucho de menos este verano, porqué su familia muggle no le había dejado salir mucho por allí. Roy vive en medio de las montañas y no tiene amigos con quien jugar y sus padres trabajan casi todo el tiempo.
Así que Roy, se vistió, cogió su túnica de Gryffindor, su varita Endrino y ceniza de Ashwinder de 11,5 pulgadas, se puso los zapatos y salio disparado de la sala común. Seguidamente bajo por las escaleras móviles y saliendo por la entrada principal. Roy al llegar allí inspiro muy fuerte y grito "¡Por fin he llegado!" se respiraba un ambiente mágico y tranquilo. Cerro los ojos, volvió a inspirar y pensó todos los buenos momentos que paso el año pasado. Al terminar sus recuerdos los abrió, expiro y empezó su primera día del curso, disfrutar de los jardines de Hogwarts.
Al cabo de una larga paseada, mientras pasaba junto a un árbol del jardín se tropezó con una caga misteriosa. Estava medio enterrada en el suelo, *Quien ha intentado enterrar la caga allí, ¿Quien querría esconerla?* Roy intrigado fue a coger la caga al tocarla, se empiezan a escuchar movimientos el árbol estaba vivo, se levanto, giro y se dio cuenta de que era el Sauce Boxeador, el joven león de reojo vio una rama que le intentaba dar un golpe en la cabeza, pero en ese instante se agacho y se aparto dando un par de vueltas. *Tengo que inmovilizar el Sauce Boxeador, sino recuerdo mal, solo hay dos maneras de hacerlo, una con un hechizo, sino recuerdo mal creo que era Inmobilus y la otra manera era presionado un nudo situado en la base del árbol. Creo que lo del nudo será un poco difícil, probaré con el hechizo.* Mentaras pensaba todo esto, el Sauce ya había preparado el siguiente contrataque que le dio en la barriga, el joven de Gryffindor voló por los aires dejandolo en el suelo a punto de mira del árbol, justo a dos metros tenia la caja, se la miro, pero al mismo tiempo vio una rama que iba hacia él, hizo media vuelta la rama dio justo donde estaba, mientras se levantaba cogió la varita y dijo. "¡Inmobilus!"
El Sauce Boxeador volvió a su posición tranquilo como antes, Roy desenterró rápidamente la caja que era bastante vieja, a pesar de esto era larga y poco ancha y pesaba bastante ya que era de madera. La puso a buen recaudo para que no le molestase el Sauce para poder observar que contenia dentro. *¿Será peligroso?* La cerradura estaba cerrada, volvió a coger la varita de Endrino y ceniza de Ashwinder de 11,5 pulgadas "¡Alohomora!" quito la cerradura y abrió lentamente el maletín y a dentro había una Una saeta de fuego nueva. Roy estaba alucinando, no se podía creer lo que acababa de encontrar, se puso muy feliz y tenia muchas ganas de probarla, ya que quería entrar en el equipo de quidditch. Salió corriendo para enseñársela a sus compañeros de su nueva escoba.
Fuente: mi imaginación, hechizos buscados en http://es.harrypotter.wikia.com/wiki/HarryPotter_Wiki e información del Sauce Boxeador.
Severus Evans Severus se dirigía al campo de Quidditch para realizar un entrenamiento, pero iba a llegar demasiado pronto, por lo que decidió dar un pequeño rodeo por los jardines para hacer tiempo. Iba caminando despreocupado, observando el cielo y pensando: *Que buenas condiciones hace para volar*. Absorto totalmente de su alrededor, escuchó un ruido que le hizo volver en sí. Eran las ramas del sauce boxeador sonando debido a la leve brisa que las agitaba. "¡Anda! No sabía que estaba tan cerca del árbol" comentó mientras recorría el tronco del mismo con la mirada. Al llegar a la parte inferior, descubrió algo que llamó su atención, era algo que, por lo general, no debía estar ahí.
Tras unos segundos de observación, determinó bastante seguro de que parecía algun tipo de caja o cofre semienterrado. Por alguna extraña razón, esa caja le llamaba la atención demasiado, así que dicidió acercarse a echar un vistazo. Acercandose sigilosamente primero, para no perturbar al sauce, y haciendo una filigrana para esquivar una de las ramas que se había movido aleatroriamente, llegó hasta la base del tronco. No queria apoyarse de rodillas para no mancharse la túnica, por lo que optó por quedarse en cuclillas.
El cofre estaba suficientemente enterrado como para no poder sacarlo sin más, por lo que tuvo que escarbar por los costados para que cediera y pudiese estirar de él. Fue probando varias veces, sin éxito, por lo que tuvo que cavar un poco más. Llegado a ese punto no le importaba la tierra que se estaba quedando bajo sus uñas, solo queria ver el interior. Cuando por fin el cofre cedió, y consiguió sustraerlo del suelo, Sev probó a abrirlo, sin éxito. Debido a la extraña procedencia del mismo, le extrañaba que pudiese abrirlo fácilmente, pero, a pesar de que no lo hizo con mucha convicción, realizó un hechizo: "¡Alohomora!". Para su sorpresa el cofre hizo un leve chasquido y la tapa se entreabrió minimamente. Severus curioso, pero precavido abrió la tapa lentamente, hasta que entró suficiente luz como para dejarle ver lo que contenia en su interior.
En cuanto se percató de lo que era, cerró la caja de forma seca y pensó: *No puede ser, había escuchado historias de esto, pero... ¿Que hace esto aquí?*. Volvió a abrir la caja para confirmarse que no era una sueño, y vio algo que no habia divisado en el primer vistazo. Había un pequeño trozo de pergamino bajo lo otro. Sev cogió el pergamino dejando deslizar el objeto sobre el baúl y cuando lo tuvo en las mano comenzó a leer: "Aquí se encuentran las dos mitades de la Varita de Saúco, que el elegido rompió y tiró al acantilado de Hogwarts tras la segunda guerra mágica. Yo las he recuperado, y tras mucho intentarlo no he podido juntarlas, por eso las dejo aquí, para que si hay algun mago capaz de hacerlo y sea merecedor de la grandeza que repercutiría, pueda acceder al poder que le corresponde, y se convierta en el mago más poderoso de todos los tiempos."
El joven Hufflepuff no se vio tentado ni por un segundo, enseguida comprendió que tanto poder era algo inaudito, por tanto optó por arrugar el pergamino y guardarlo en el bolsillo de su túnica. *Más tarde me desaré de el quemandolo con incendio*.
Y no satisfecho con llevarse la nota, pensó algo más: * ¿Y si alguien sabe lo que es y lo que debe hacer a pesar de no leer la nota?*. "No puedo arriesgarme" susurró. Tras mirar los alrededores y percatarse que no habia nadie, cogió una de las mitades y la guardó en su bolsillo también. *En el próximo viaje que haga, elegiré un lugar perdido en el mundo y me desharé de la mitad de la varita allí. Nunca nadie podra relacionarlo, por lo que será imposible que alguien las vuelva a reunir de nuevo*. Con determinación, volvió a enterrar el cofre como medianamente pudo y se dirigió apresuradamente al campo de quidditch, donde quemó la carta con cuidado debajo de una grada y guardó la mitad de varita bajo su muñequera. "Aquí estará a salvo hasta que la esconda en mi dormitorio".
Severus estaba tranquilo de estar haciendo lo correcto, por lo que decidió centrarse en el entrenamiento y llevarse ese secreto a la tumba.
Shere Oswald El sol aún calentaba en lo alto del cielo cuando salí a pasear aquella tarde. Era raro, poder disfrutar de aquel momento pausado después del verano tan ajetreado que había pasado, la paz y la tranquilidad de los jardines me relajaba en oleadas de serenidad y me detuve un momento, cerrando los ojos y dejando que el sol me bañase con su luz. Las voces de otros alumnos que había tenido mi misma idea parecían alejarse lentamente. Inspiré profundamente y dejé salir el aire de mis pulmones, despacio, saboreando el momento.
Abrí los ojos y seguí caminando, aún quedaba mucho tiempo para encontrarme con Matt y ponernos completamente al día. Le gustaba bromear con que, ahora que tenía novia, iba a definitivamente dejarme de lado porque le aburría contar las cosas dos veces, pero nunca me hizo sentir desplazada, bueno, nunca me lo hicieron. Clara era magnífica y no dudaba en invitarme a estar con ella cuando quisiera.
Deshice el nudo de la corbata y una suave brisa hizo ondear los colores amarillos y negros. Realmente había echado mucho de menos Hogwarts.
Comprobé con una sonrisa que me acercaba al Sauce Boxeador y una sonrisa se dibujó en mi cara. Descubrir cómo parar sus ramas había sido más suerte que habilidad. Aquel día había estado lloviendo toda la mañana, solo parando cuando el reloj marcó las dos. Como muchos otros, Matt y yo aprovechamos para salir a los terrenos a dar un paseo, y, poco después a perseguirnos, lanzándonos hechizos como Rictusempra o Tarantallegra (yo favoreciendo al primero y él al segundo). Iba muy por delante de él, moviéndome en zigzag y girándome para lanzar mi encantamiento. Una de aquellas veces, le di de pleno, pero no dejé de correr porque sabía que, en el momento que pudiese parar de reír, buscaría aquella divertida venganza. Yo, siendo la torpe que soy, tropecé al girarme y el suelo mojado me hizo deslizarme, brazos hacia delante, en una postura para nada elegante y que, de no haber estado riéndose, hubiese arrancado una carcajada de los labios de Matt.
Tras ese tropiezo, sentí que algo me detuvo, y al mirar hacia arriba, vi mi varita encallada en un nudo del tronco de un árbol. Escuché a mi mejor amigo gritar mi nombre y me temí lo peor. Tragué saliva y elevé mi vista hasta encontrarme con el Sauce Boxeador. Me puse en pie todo lo rápido que, pude, pero el árbol no se movía para atacarme. Había visto a unos Gryffindor de cursos superiores acercarse a él y ver cuánto tiempo podían aguantar sin ser golpeados, y ahí estaba yo, de pie bajo sus ramas. Sonreí cogiendo la varita y colocándola tras mi oreja. Y el árbol se volvió loco. Afortunadamente, Matt estaba lo suficientemente cerca como para tira de mí y sacarme fuera de su alcance. Tras varios pruebas, descubrimos que había sido mi varita, clavada en aquel punto exacto, la que había conseguido que el árbol se parase y, desde ese día, lo usamos como punto de reunión (para sorpresa de muchos que pensaban que solo teníamos un inaudito talento para las plantas.
Hice levitar una ramita con ayuda de mi varita y la enterré en el nudo del árbol, consiguiendo su inmovilidad. Me acerqué y me senté en el mismo lugar que solía hacerlo, bajo las iniciales de "J. P.", "S. B", "R. L." y "P. P.", recostándome en el tronco. Miré a la rama, un acto reflejo que hacía siempre por miedo a que el palo, mágicamente, dejase de estar en su lugar y, por primera vez, vi algo que me sorprendió. No, no, el palo seguía en su sitio, sin embargo, entre la hierba, brillaba algo.
Puedo ser torpe, pero también curiosa, así que poco tardé en levantarme y acercarme a ese objeto brillante. Me arrodillé a su lado y retiré la arena y hierba con mis manos, formando medias lunas negras bajo mis uñas. El objeto brillante resultó ser la brisagra de una caja alargada. Me recordó algunas historias que se contaban en la Sala Común de Hufflepuff sobre una chica que había encontrado una caja junto al Sauce Boxeador. Las versiones eran tan dispares que lo había asumido como una leyenda, pero había algo en lo que todas las historias coincidían, había sido hace unos años (desde que yo entré en primero, ahora unos cuantos más) y que ella sintió escalofríos al conseguir abrirlo, tanto que supo que la caja estaba mejor enterrada junto a las raíces. No está claro a qué casa iba, tampoco a qué año, por no hablar del supuesto contenido de la caja. Según algunas versiones, podía estar incluso a punto de encontrarme con la cabeza del mismísimo Lord Voldemort.
Mis dedos temblaban y sentí mi corazón latirme con fuerza en el pecho. Me pregunté si debía esperar a mi amigo tejón, pero la curiosidad sacó lo mejor de mí. La tapa parecía resistirse, pero no por ningún hechizo mágico, simplemente el tiempo, en aquel lugar, de aquella manera. Con un último tirón, conseguí abrir la caja, con tanta fuerza que el único objeto que había en dentro, cayó junto a mis rodillas. Mis ojos se abrieron como platos al verlo y entendí el escalofrío de la muchacha.
Alargué la mano, temblorosa, hacia ella y la toqué, sintiéndome en ese mismo momento con más magia que nunca, con más poder que nunca, con más confianza que nunca, sintiendo que podía con todo. Y me asusté. Volví a meterla en la caja y la observé sin tocarla; frente a mí tenía la varita invencible, la varita de Saúco. Un suspiro quebrado se escapó de mis labios. Era un rumor muy extendido que Harry Potter había vuelto a meter la varita en la tumba de Dumbledore, nunca fue confirmado, por supuesto, pero es posible que, después de aquel momento, alguien pensara que si sucedió una vez, la historia podía volver a repetirse, que alguien pensara que la varita estaría más segura entre las raíces de un árbol que peleaba con voluntad propia. Miré en la dirección en la que sabía que estaba la tumba del antiguo director y asentí suavemente. Estaba claro qué era lo que tenía que hacer.
Cerré la caja y lancé sobre ella el encantamiento Fermaportus, sabiendo que realmente no haría nada por proteger la varita, e hice el agujero algo más profundo, asegurándome que nada de la caja quedaría visible. Lo tapé de nuevo y traté de disimular aquel parche de tierra removida lo mejor posible. Tragué saliva una vez más y me alejé unos pasos del árbol, sacando la rama del nudo. Me sentí más segura cuando empezó a agitarse violentamente.
Sonreí y giré sobre mis talones, comenzando a correr hacia el castillo para encontrar a Matt. Después de aquel hallazgo, quería mantenerme lo más lejos posible del Sauce Boxeador.
Yavvana Badger Yavvana había quedado con unos compañeros para ponerse al día y contarse que habían hecho durante las vacaciones, pero como siempre salió demasiado tarde del colegio, por lo que atravesaba los terrenos del castillo a toda velocidad cual escoba voladora. “Soy más rápida que la Barredoraaaaa…” el grito entusiasta de la pequeña quedó cortado cuando uno de sus propios pies interfirió en el camino del otro, haciéndola caer estrepitosamente, “once, la barredora once” dijo riéndose de sí misma.
Acostumbrada a ese tipo de caídas, se quedó tumbada boca abajo unos segundos para después apoyarse sobre sus codos y mirarse las palmas de las manos. *Jo, pero si la otra postilla casi se había curado, ahora herida nueva...* Movió las muñecas en círculos para comprobar que todo estaba bien y suspiró mirando al frente. *Tengo que empezar a…* comenzó a decirse a sí misma, pero algo llamó su atención. No muy lejos, cerca del Sauce Boxeador, algo sobresalía de la tierra. La pequeña tejona entrecerró los ojos en un vano intento de ver con más claridad. Despacio, se incorporó, olvidando su caída y el escozor en las rodillas, y se encaminó hacia aquella cosa que parecía la estaba llamando.
Al llegar, se arrodilló junto al bulto y terminó de desenterrarlo, *Curioso, curiosísimo* pensó al ver la extraña caja. La cogió se sentó con las piernas cruzadas, poniendo la caja sobre ellas para verla mejor. Un pequeño candado cobrizo la mantenía cerrada guardando sus secretos, la chica intentó forzarla al modo muggle, lo cual, obviamente, no resultó. *Sí supiera hacer el hechizo alohomora* pensaba cuando un ligero Click sonó y el candado cayó sobre su regazo. *Alucinante…*. Como si de un tesoro se tratara, Yavvana abrió la caja con sumo cuidado, expectante y nerviosa al mismo tiempo, descubriendo en su interior lo que parecía un trozo alargado de madera. Lo sacó y alzó a la luz para verlo mejor, dándose cuenta de que era un trozo de varita, “¿dónde está la parte que te falta pequeña?” le preguntó a la varita, que, sin previo aviso, salió despedida de su mano para caer al suelo. “¿Me estás diciendo hacia dónde tengo que ir?” preguntó poniéndose en pie, pero no ocurrió nada. Yavvana se puso en pie, recogió el trozo de varita del suelo y miró tan lejos como su vista alcanzaba, “¿El lago? ¿Es allí dónde tengo que buscar?”
“Eh tú, tejona” la llamó su amigo desde lejos.
“Hola… serpiente…” dijo la chica girándose lentamente hacia él.
“Todos te estamos esperando, supuse que te había pasado algo, y por tus pintas veo que te has caído otro vez” dijo el chico riéndose.
Yavvana miró hacia abajo, su túnica estaba toda sucia y un poco rasgada. Se subió la túnica por has el muslo para descubrir dos agujeros en las rodillas de sus medias que dejaban ver dos raspaduras.
“Para variar” dijo la chica sonriendo y encogiéndose de hombros a la vez que guardaba el trozo de varita con disimulo en el bolsillo de su túnica. “Venga, vamos, que llegamos tarde” terminó diciendo agarrándose al brazo de su amigo y se alejaron juntos.
Sam tekna Era el primer día de clase y Hogwarts parecía no envejecer. *La verdad es que nos parecemos mucho ¿Sabes?, jóvenes y fuertes por fuera pero escondemos muchos secretos en nuestro interior*- Reflexionó Sam al bajar del carro que se movía solo. Junto a los otros alumnos Sam se dispuso a cruzar el puente de madera convencido de que iba a ser un gran año, el tercero para él. En el momento en el que se decidió a dar el primer paso para atravesar el puente Sam notó como una fuerza lo hacía caer hacia atrás, se apoyó con las manos en el suelo para evitar la caída y se giró levantando la cabeza para averiguar quién o qué lo estaba tirando……
“Pero….¿Qué? Pierce!!!Ven aquí cabezón!” - Dijo Sam abrazando a su amigo. Estos dos se conocieron en el expreso de Hogwarts hacía tres años.
“jaja...No aprietes tanto tío….. Yo también te he echado de menos.”- Dijo Pierce soltandose de una vez de Sam.- “ Bien, sígueme!”- Terminó Pierce estirando a Sam por la túnica.
“Eh, eh, espera un momento ¿A dónde vamos? el banquete estará a punto de empezar…. Pero espera hombre… no podemos hacerlo después o cómo las personas normales ¿Mañana?” - Dijo Sam siguiéndole al trote hasta alcanzarlo.
“ No, esto no puede esperar…..Vamos aprisa!”- Dijo Pierce acelerando el ritmo.
Los dos amigos avanzaron colina abajo a una alta marcha, apenas paraban para respirar un poco aunque el esfuerzo de frenar por la colina los fatigara. Cada vez que Sam abría la boca para preguntar Pierce aumentaba la marcha para hacerle entender que solo quería que lo siguiera, después de varios intentos Sam desistió y se limitó a seguirle. * A saber donde me lleva, a esto se le llama empezar con buen pie…… Como me pierda el banquete….”
“Ten claro que como me pierda el banquete no vas a dormir en una semana ¿me oyes?, a menos que haya merecido la pena so merluzo”- Le chilló Sam a su amigo aumentando el ritmo para cogerlo.
“Tssss, calla, estamos cerca….” - dijo Pierce.- “ A partir de aquí digas lo que digas, susurra, aunque pase algo...incluso a alguno de nosotros dos. Por favor, no grites. Ah y saca la varita”- Susurró Pierce.
Cuando Sam se quiso dar cuenta estaban a oscuras cerca del Sauce Boxeador y de los lindes del bosque prohibido, cuando sacaron la varita ambos conjuraron el encantanamiento iluminador, se juntaron un poco más y caminaron sin hacer ningún ruido. Pierce estiró a Sam por la túnica y le indicó que se pusiera detrás de él, y así hizo Sam. Avanzaron unos metros sin hablar hasta tener el árbol delante, por la oscuridad y la poca luz que efectuaban las varitas parecía que estirando el brazo lo pudieran tocar…. Sam preocupado le preguntó:
“¿Me puedes a que hemos venido? Te puedo asegurar que no deberíamos estar aquí por varias razones que conoces perfectamente so merluzo….Demos la vuelta ya!! - susurró Sam lo más claro posible para que su amigo lo entendiera.
“Calla y confía en mí! Ahora…. debe estar por aquí….Mira!!! ¿Ves eso?” - Preguntó Pierce al mismo tiempo que señalaba con la mano. - “Creo que lo hemos encontrado, deja que te explique: mi hermano me contó estas vacaciones acerca de una historia sobre una estudiante de este castillo que encontró una especie de baúl o caja con un contenido que se desconoce, el caso es que dicha alumna estuvo rara un tiempo después, según mi hermano dijo que sintió escalofríos por todo el cuerpo….” - acabó Pierce en voz baja.
“Pero vamos a ver, ¿me estás diciendo que tu hermano te ha contado una historia, que pùede ser mentira, pero que el final no es bueno para la persona que abre la caja y tu me traes a ella!? ¿ Se puede saber que te he hecho yo?? - dijo Sam levantando el tono de voz.- “Esta es la última vez que te hago caso, lo prometo”.
Cuando se acercaron al baúl Sam seguía insistiendo para que volvieran al castillo, un esfuerzo en vano, Peirce seguía avanzando sin escucharlo… Una vez tuvieron el baúl delante se detuvieron a observar alrededor, escuchando atentamente cualquier sonido procedente del bosque. Solo escucharon el susurro de viento que acariciaba las secas ramas del sauce. Una vez seguros Pierce y Sam se agacharon, lanzaron Alohomora a la vez y abrieron el baúl….. Los ojos de ambos se abrieron de par en par, cayeron de culo y soltaron las varitas para apoyarse con las manos en el suelo, las varitas se apagaron. A oscuras otra vez buscaron con las manos las varitas, Sam la encontró primero y lanzó Lumos. Volvió al baúl otra vez y observó de nuevo el interior con el corazón latiendole más de lo que debería. Sam cogió los dos pergaminos del fondo y les acercó la varita para verlos bien….. Y así era. Aquello que ambos pensaban que habían visto, era real, una fotografía de Sam y Pierce moviéndose, concretamente del día que empezaron en Hogwarts…
“Pero….esto….¿cómo es posible? Somos…..somos nostros ¿no?” - Dijo Sam mientras le temblaba la voz. - “No… no lo entiendo… ¿es una broma?”- acabó de mal humor Sam mirando a pierce, ya le daba igual susurrar o gritar eso era demasiado para él.
“No… t-te lo prometo que no….”- le contestó Pierce pálido- “no sé de qué va esto, yo no esperaba..” - cortó de repente Pierce al escuchar un ruido.
Los dos levantaron la cabeza, miraron al sauce...nada, miraron al bosque…. nada. Sam le dijo a pierce que sacara su varita, pero éste aún no la había encontrado en la oscuridad. De repente volvieron a escuchar el mismo ruido pero más fuerte, más cerca y ambos como si fuera un instinto de valentía…… salieron corriendo dirección al castillo, dirección a casa, dejando atrás las fotografías que se movían en el baúl. Efectivamente, cuando llegaron Sam se había perdido el banquete.
Pierce es un personaje inventado.
Rufus Tonks Y allí estaba yo... en los jardínes de Hogwarts deseando volver a empezar el nuevo curso. Había quedado con mis amigos después de esas fantásticas vacaciones de verano, pero parecía que yo era el primero en llegar. El calor ya nos estaba abandonado para dejar paso al frío otoñal y yo, los esperaba dando pequeños trechos por ese paraje precioso que me recordaba a historias vividas el año anterior. En el castillo se oían de nuevo los fantasmas dando la bienvenida, los alumnos como yo corriendo al gran comedor, y los nuevos de primero nerviosos por la ceremonia de selección.
Yo estaba deseando volver a recorrer esos pasillos, pero ahora solo pensaba en volver a ver a mis amigos, encontrarme con ellos y contarles de primera mano todo lo que he vivido durante esos meses fuera del castillo. Y en ese momento, mientras seguía en mi mundo dando pasos sin ningún destino, lo vi de nuevo, el Sauce Boxeador. Sin quererlo me vino a al mente la historia de los merodeadores... Pensar que fue el propio Albus Dumbledore quien hizo plantar ese árbol... no podía parar de mirarlo... Y entonces la vi. Como si fuera el anillo único del Señor de los Anillos, tenía la sensación de que decía mi nombre, me hipnotizaba y no podía evitar su hechizo de desear cogerla. Poco a poco, y sin saber como no desperté al Sauce, pude cogerla. Fue entonces, cuando la tuve en mis manos, que sentí esa sensación. Una mezcla entre terror, incertidumbre, soledad, que poco a poco se transformó en alegría, euforia, y entusiasmo. La propia caja me gritaba que la abriera! Su voz resonaba en mi cabeza, una voz grave que me obligaba a estirar mi brazo y dar un giro al único cierre del que disponía esa pequeña forma cuadrada.
Un pequeño chirrido sonó mientras la tapa poco a poco se abría sin que yo tuviera que hacer nada. Tan solo escuché un "Gracias" y yo estaba sin poder moverme esperando que de allí saliera cualquier cosa. Y esperé, sin decir nada, parecía que el tiempo se había detenido y que yo fuera el único capaz de moverme. Cogí el valor necesario y miré en el interior. Todo era oscuro, como un pozo sin fin que llevaba a otra dimensión. No entendía nada... *Que está pasando?* Pensé. Seguro que lo más sensato hubiera sido dejar esa caja de nuevo en su lugar de origen, pero lo mismo que hizo que la abriera, ahora no me dejaba ir. Introduje mi brazo en su interior y fue entonces cuando... una pequeña criatura salió de su interior. Era peluda, con ojos saltones, y con unas orejas larga que casi tocaban el suelo. Iba vestido son una túnica, y con su sombrero de mago homologado. Yo, seguía sin entender nada.
Lo último que recuerdo fue que esa criatura que había salido de la caja, se abalanzó sobre mi y me empezó a lamer toda la cara. Al final, resultó que todo era un sueño, y que la criatura era en realidad mi perro Jack dandome lametados para darme los buenos días.
Rufus Tonks //OGG: no se ha enviado la historia entera... No tengáis en cuenta este fragmento//
Rufus Tonks Y allí estaba yo... en los jardínes de Hogwarts deseando volver a empezar el nuevo curso. Había quedado con mis amigos después de esas fantásticas vacaciones de verano, pero parecía que yo era el primero en llegar. El calor ya nos estaba abandonado para dejar paso al frío otoñal y yo, los esperaba dando pequeños trechos por ese paraje precioso que me recordaba a historias vividas el año anterior. En el castillo se oían de nuevo los fantasmas dando la bienvenida, los alumnos como yo corriendo al gran comedor, y los nuevos de primero nerviosos por la ceremonia de selección.
Yo estaba deseando volver a recorrer esos pasillos, pero ahora solo pensaba en volver a ver a mis amigos, encontrarme con ellos y contarles de primera mano todo lo que he vivido durante esos meses fuera del castillo. Y en ese momento, mientras seguía en mi mundo dando pasos sin ningún destino, lo vi de nuevo, el Sauce Boxeador. Sin quererlo me vino a al mente la historia de los merodeadores... Pensar que fue el propio Albus Dumbledore quien hizo plantar ese árbol... no podía parar de mirarlo... Y entonces la vi. Como si fuera el anillo único del Señor de los Anillos, tenía la sensación de que decía mi nombre, me hipnotizaba y no podía evitar su hechizo de desear cogerla. Poco a poco, y sin saber como no desperté al Sauce, pude cogerla. Fue entonces, cuando la tuve en mis manos, que sentí esa sensación. Una mezcla entre terror, incertidumbre, soledad, que poco a poco se transformó en alegría, euforia, y entusiasmo. La propia caja me gritaba que la abriera! Su voz resonaba en mi cabeza, una voz grave que me obligaba a estirar mi brazo y dar un giro al único cierre del que disponía esa pequeña forma cuadrada.
Sam tekna Era el segundo día de clase, Hogwarts parecía no envejecer tenía las gn
Jean Brian Había algo en esa caja polvorienta que atraía a Jean. Sentía la necesidad de querer abrirla y descubrir que había dentro, pero también le transmitía una sensación que le inquietaba. *Esto es lo que debió sentir Pandora* pensó la chica mientras cogía la caja y se la apoyaba en el regazo.
A pesar de haber sido enterrada en aquel lugar tan peligroso, la caja no contaba con ningún tipo de seguridad, solo tenía una pequeña manivela a modo de cierre. ara Jean, la incertidumbre y el no saber era mucho peor que descubrir lo que sea que hubiera dentro. Después de estirar y retirar su mano un par de veces del cierre, con actitud duditativa, soltó un largo suspiro y giró lentamente la manivela hacia la derecha hasta que escuchó un leve click y la tapa se levantó un centímetro. *Ya no hay marcha atrás* pensó con el corazón a mil por hora.
Con cierto temor, agarró la tapa con ambas manos y la abrió por completo. En cuanto vió su contenido, no puedo evitar volver a poner la caja en el suelo mientras un escalofrío le recorría el cuerpo. Dentro había un corazón que latía ya apenas sin fuerzas. La joven hubiera creído que era de verdad si no fuera porque poco le quedaba de su color original. Era de color negro, como el carbón, dando la impresión de que se desintegraría si la chica lo tocaba. Dentro, pegada a la tapa de la caja, había una nota con la tinta un poco difuminada por los años, pero aún legible, que decía: "Este corazón es un recordatorio para que las decisiones importantes de tu vida las hagas con el corazón, sino el tuyo acabará en una caja, olvidado y marchito, como este."
Drake Lextrange Era la primera semana de septiembre y Drake pisaba mas fuerte que nunca el castillo. Este año venía cargado de sorpresas y el quería disfrutarlas, pero solo era la primera semana y tenía que instalarse sin ningún tipo de apuro.
Me Chez El curso había empezado pocos días atrás. Había mucho ambiente por Hogwarts pues todos los alumnos estaban contentos de reencontrarse con sus amigos. Ese día Me, había decidido bajar a los jardines del colegio, pues allí había quedado con el chico que le había robado el corazón el curso anterior, él era dos cursos menor que ella, pero eso a ella no le importaba en absoluto, lo que cuenta es el amor, no la edad decía muy a menudo a sus amigas y amigos.
Mientras paseaba, de camino al lugar acordado, la joven iba fijándose en cada uno de los pequeños detalles del camino. Se paró en seco al ver unos pajaritos revoloteando por el castillo, más adelante se agachó a oler unas flores que yacían en el césped. La tranquilidad hacia que la águila se relajara cada vez más. A lo lejos pudo divisar un árbol bastante grande y viejo, el cual fue llamado mucho tiempo atrás, el Sauce Boxeador.
Como aún tenía tiempo, de hecho había salido una hora antes, decidió ir a acomodarse bajo aquél árbol. Al llegar se sentó junto al tronco, se acomodó y alzó la vista hacia el cielo, intentando averiguar que formas veía en las distintas nubes que pasaban. En un momento dado, Me apoyó la mano un poco más atrás, puesto que quería estirarse un poco, "Ay!" exclamó la joven al tocar el suelo. Decidió incorporarse de nuevo, y ver que era aquello con lo que se acababa de hacer daño. Al observar el lugar donde antes había estado su mano, pudo ver algo que sobre salía del terreno. *Parece un trozo de madera* pensó la muchacha, *Tal vez no debería tocarlo* se dijo así misma, pero sin siquiera darse cuenta, al volver a la realidad, se encontraba desenterrando aquel misterio. Pues la duda, pudo con ella.
Cuando terminó de desenterrar aquel objeto, Me lo agarró con sumo cuidado, pues no sabía que podía contener aquella caja de madera. Tan solo tenerla entre sus manos, provocaba en ella unos escalofríos inmensos, miedo, terror... *¿Que me está pasando?* pensó la polluela, pues no podía mover ni un solo dedo, estaba totalmente paralizada. La chica quería saber cual era el contenido de aquella caja, he hizo todo lo posible por salir de aquel trance, e intentar abrir la caja.
Cuando se deshizo de la parálisis, se sentó como si de un indio se tratara y ubicó la caja en el suelo frente a ella. Antes de intentar abrirla, se quedó mirándola fijamente, aquella caja tenía algo misterioso, que hacia que Me tuviera miedo de saber que escondía en su interior. Tras varios minutos frente a ella, sin hacer ni un solo movimiento, la muchacha sacó su varita y pronunció las palabras exactas intentando abrir la caja. "Alohomora" anunció apuntando hacia la cerradura. En un abrir y cerrar de ojos la caja había quedad abierta. Desde su perspectiva Me, no podía divisar nada de lo que había en el interior. Se incorporó un poco hacia adelante, lo suficiente para que le dejara ver que es lo que escondía.
Al ver lo que había dentro, se puso contenta y fue a tocarlo, pero en el momento de tocar aquel objeto, Me no pudo moverse, sus ojos se abrieron como platos y un mar de lágrimas empezaron a deslizarse sobre su rostro. "¿porque estoy llorando? ¿Que es este colgante? ¿Está maldito?" miles de preguntas pasaban por su cabeza. El miedo se intensificaba cada vez más. La joven se apartó de aquel objeto todo lo rápido que pudo, cerró la caja de un golpe, y se retiró hacia atrás con una respiración entrecortada. Minutos más tarde cuando se recuperó un poco, agarró la caja de nuevo, la cual se había cerrado nuevamente sola y la devolvió al lugar de donde la había sacado. Con toda la rapidez que pudo, volvió a enterrar aquella caja, con el deseo de que nadie más la encontrara jamás, ni que nadie sintiera lo que ella había sentido al tocarla.
Al terminar, la muchacha se levantó y se dirigió hacia el castillo, había olvidado por completo su cita. Durante el resto del día la joven estuvo triste y abatida, los sentimientos que sentía eran negativos, todo por culpa de aquella caja misteriosa y a su parecer maldita. Me era una chica a la que le gustaba participar en clase, pero aquel día ni una sola palabra salió de su boca, estaba inmersa en sus pensamientos, los cuales se restringían solamente en aquella caja y en su contenido, un collar aguamarina, con perlas de color plata.
Ari Heartfillia Los odio, me siento discriminado porque no vivo en España T_T
Regnar Wolf Regnar llevaba ya tres cursos en Hogwarts y había una cosa que nunca había hecho, visitar el viejo sauce boxeador, la verdad es que nunca le había llamado la atención, *vale si es un árbol que se mueve pero..... es un árbol, si hablara ya sería otra cosa* decidió ir a visitarlo de inmediato sin saber muy bien que hacer al llegar, *supongo que habrá un libro de firmas o algo así para tener constancia de las visitas, o llaveros de recuerdo o camisetas y gorras, en plan, yo estuve con el sauce boxeador, o venga vale ya estoy divagando* cogió su zurrón y caminó con paso alegre en dirección a los jardines y de allí directo al árbol, de camino y por ir practicando decidió ir tocando su guitarra "alabaré, alabaré alaaaabareeee a mi señoooorr", el pelirrojo se paró en seco *¿perdona? Y eso de donde salió* no le dió más importancia y esta vez si fue tocando un tema que durante el verano había escuchado mucho de un cantante muggle. Rápidamente llegó a tener a la vista al famoso árbol, dejó de tocar y empezó a caminar alrededor del mismo. Por la parte menos transitada le pareció ver un brillo entre las raíces, se fue acercando tomando precaución con las ramas, hasta que distinguió algo semienterrado, parecía una caja, miró a su alrededor por si había alguien más por ahí, pero no logró ver a nadie, la curiosidad se apoderó de él, lo malo que la caja estaba dentro del radio de acción de las ramas del árbol así que se tumbó en el suelo y fue reptando silenciosamente para no llamar la atención, consiguió llegar hasta la caja y extraerla sin que el árbol se percatara de su presencia, pero al mirarle vio como una rama impacta a a escasos centímetros de él, por lo que optó por una técnica milenaria, cogió la caja y salió corriendo "aaaaaaaaaaahh bicho fuera bicho fuera a aaaaa, que te hago palillos ¿eh?". Consiguió salir fuera del alcance jadeando y con la adrenalina por las nubes, depositó el cofre en una roca grande y se quedó un tiempo mirándolo, no era un caja en sí, parecía más un cofre, pero muy simplón madera simple con los típicos herrajes de hierro, alguno ya con óxido por el paso del tiempo, "madre mía, cuanto llevará esto ahí? No tiene sentido, con un simple candado muggle" decía en voz alta mientras examinaba el candado, encogiendose de hombros extrajo su varita de la funda y apuntando al cofre "alohomora", con un chasquido el candado se abrió, un nerviosismo se apoderó del pelirrojo, *¿debería abrirlo? Si ya se que lo he abierto sin pensar, pero a sido la emoción, bueno venga un vistazo rápido*, con decisión abrió el cofre de golpe, su mente tardó unos segundos en asimilar lo que veía, su expresión fue pasando a la estupefacción, al miedo, y finalmente al terror más absoluto, su mente activó el instinto más primario que aún conserva el ser humano, el de supervivencia, por lo que salió corriendo como alma que lleva el diablo gritando como un poseído. En el cofre abierto y exponiendo toda su maldad al mundo se encontraban las obras completas de Isabel Pantoja, Maria del Monte, Támara con su no cambié, y Leonardo Dantes. Que Morgana nos pille confesados.
Eleanor Hawthorne Eleanor le quitó el polvo a la caja que había encontrado, curiosa por saber qué se encontraba en su interior, pero también temerosa en cierto modo. Si algo había aprendido en los escasos meses que llevaba en Hogwarts es que prácticamente cualquier cosa que encontrara en el colegio podía volverse en su contra si lo permitía. Por ello, meditó durante unos minutos si abrir la caja o no. Por una parte, estaba el hecho de que ella era una alumna de primero y poco podría hacer si esta albergaba algún peligro; por otra, en su fuero interno, estaba deseando saber qué contenía. Finalmente, y con muchísimo cuidado, decidió abrirla. En ese preciso instante, comenzó a reproducirse una especie de vídeo (aunque dudaba que los no-muggles lo denominaran así) dentro del cofrecillo, y su corazón se encogió. En el centro de la escena se hallaba su madre en el suelo, dando espasmos y con mucha sangre saliendo de la nuca (probablemente, fruto de una caída). Eleanor se asustó tanto que no pudo gritar siquiera, y todo lo que exhaló fue un ahogado jadeo de angustia. Momentos después, su madre dejó de moverse, y al fijarse en su pecho, vio que había dejado de respirar. Estaba muerta. Llorando a lágrima viva, dejó caer la caja al suelo, que se cerró por el golpe. La escena desapareció, y ella se arrastró como pudo lejos de allí. Ella no lo sabía, pero había tenido su primera experiencia con un boggart y, cuando años después estudiara en su clase de Defensa Contra las Artes Oscuras a estas criaturas, comprendería al fin qué le pasó un día en los jardines de Hogwarts, cuando no era más que una pipiola de 11 años que apenas estaba comenzando a tener contacto con el mundo mágico. Por el momento, Eleanor decidió firmemente no volver a abrir nada de origen desconocido hasta que sus habilidades con la varita no dejaran tanto que desear, y le mandó una lechuza a su madre para asegurarse (aunque ya intuía en cierto modo que la escena no había sido real) de que estaba bien.
Marea Ache Era mi primer año en Hogwarts. Por fin había llegado el momento de vivir las aventuras que siempre había soñado. Tantas emociones me estaban superando a mí misma y decidí dar una vuelta por los jardines. Ahí estaba ...el Sauce Boxeador. Me acerqué con cuidado y sobretodo, con un gran respeto y admiración. Algo brillante sobresalía a sus pies, me acerqué y el sauce con una de sus ramas finas me apartó de un empujón. En el segundo intento, agarré este objeto tan misteriso con todas mis fuerzas y gracias a la sacudida del sauce, salí volando... Pero con mi tesoro. Era un cofre de plata con grabados de notas musicales, sin cerradura. Intenté abrirlo con todas mis fuerzas, pero mis esfuerzos fueron en vano. Ya aburrida y sin ideas, y supongo que inspirada por los grabados, empecé a cantar una nana que siempre me cantaba mi abuela. De repente, caí en la cuenta de que no estaba cantando sola, una voz me acompañaba en mi canción...la caja estaba abierta... Dejé de cantar y miré su contenido ansiosa. No había nada. Volví a cantar, esta vez mirando la caja... Y como si fuera un espejo, algo empezó a verse en el fondo de la caja... ¡Era mi abuela! Había fallecido hace cuatro años y estaba cantando conmigo, ahí reflejada. Cuanto más cantaba, más nítida era su voz y más clara su imagen. De repente oí algo, pero como si viniera de dentro de mí " para mi niña, o morirás... Mírate las manos" era la voz de mi abuela. Miré mis manos y estaban muy arrugadas, saqué mi espejo de bolsillo y lo ví ¡lo que estaba viendo era mi reflejo! Solté la caja de un sobresalto y mis manos volvieron poco a poco a ser las mías. ¿Qué había pasado?
Marina Morgan Marina salió a dar una vuelta por los jardines del palacio para despejarse, ya que llevaba ya varias horas encerrada en su habitación haciendo todas sus tareas. Sintió como una suave brisa le acariciaba el rostro y comenzó a andar. Primero dio una vuelta por el lago, donde se encontró con otros grupos de estudiantes; pero como prefería estar a solas y perderse en sus pensamientos se acercó a la zona del Sauce Boxeador. Vio que hoy estaba especialmente tranquilo, y decidió acercarse lentamente a sus raíces, para sentarse un momento allí. Al acercarse vio que una especie de caja negra lacada, que desprendía un aire misterioso. Al principio no supo que hacer y aunque la caja no le gustaba demasiado, sintió algo que la empujó a cojera. Al tocarla sintió como un escalofrió la recorría, y este aumentó al abrir la caja. Su cara se congeló en una expresión de horror. No podía pensar ni decir nada. Parecía que el horrible contenido de aquella caja la hubiese detenido, pero unas voces de estudiantes a lo lejos la devolvieron a la realidad, y rápidamente cerró la caja y la dejó donde la había encontrado. Se levantó y miró alrededor para comprobar que nadie la había visto, y se fue andando lo mas rápido que pudo hacia le castillo, mientras pensaba como alguien podía haber metido la cabeza cortada de un dementor en aquella caja, y con su extraña imagen todavía clavada en su retina.
Belayka Potter Belayka pasando una vez mas como cada año hacia después de llegar a Howgarts para el siguiente año. Aquel día cuando paso junto al sauce teniendo cuidado de que el sauce no le diese con una de sus fuertes y feroces ramas, vio que algo en el suelo que parecía una caja asomaba entre el césped. La joven leona se agacho a ver que era y lo que contenía, al abrir la caja con curiosidad tubo el presentimiento de estar viendo todos sus recuerdos desde el verano que recibió su carta de Hogwarts hasta el presente, y fue a raíz de abrir la caja y de ella salir una especie de destello delante suya dejandola inmóvil hasta volver a la realidad. *Vaya extraña experiencia, es raro todo lo que puede hacer una caja aquí oculta...* Pensó una vez dejo la caja volviendo al presente.
Joseph Snape Señorita Lovegood muy buen articulo, espero que todos se animen a participar. Mucha suerte a todos.
Yera Wert Yera se disponía a abrir aquella caja que tanto le llamaba la atención. El sauce movía sus ramas creando un entorno agradable consiguiendo un sonido agradable que sonaba cuando las hojas se rozaban entre ellas... Se tumbó en el césped seco que carecía de flores y se recogió la túnica dejándola lisa sobre la tierra tras ella. Se dispuso a abrir la caja sin importarle quien hubiera alrededor o quien pudiera verla, solo le importaba ver que había dentro. Abrió la caja con nervios pero con ansia, muy despacito... y cuando la abrió un destello blanco y brillante salió plasmándose en el tronco del sauce boxeador. Yera se dirigió hacia el destello y este le enseñaba los recuerdos del pasado. Lo vivido desde que nació hasta el presente. Aparecían recuerdos de cuando Hogwarts no existía aún en su vida y jugaba en el parque con otros niños muggles, su primera carta de Hogwarts, su primer vuelo con escoba, su primera clase de pociones... Todos aquellos recuerdos intensos se plasmaban en aquella corteza haciéndole entender lo importante que es aprovechar cada momento de su vida y haciéndola más fuerte y haciéndole saber lo importante que es valorar cada segundo de la vida.
Dacre Ryen ¿Quién no querría una caja llena de artículos de Harry Poter? Deshonra sobre mi vaca por no cumplir los requisitos. A ver quién se la lleva.
Remi Snape Lástima, no puedo participar :( . Animaros que es un regalazoo
Lugar de encuentro para Potterheads
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Roy Sirius Era el primer día de curso para los alumnos de Hogwarts, no había ninguna nube, el castillo parecía muy tranquilo. Roy el joven de Gryffindor empezaba su segundo año, se levanto muy temprano a pesar de que la cena de ayer terminor tarde para dar la bienvenida a los alumnos de primer año. El leon queria dar una vuelta por los jardines de Hogwarts, ya que lo había echado mucho de menos este verano, porqué su familia muggle no le había dejado salir mucho por allí. Roy vive en medio de las montañas y no tiene amigos con quien jugar y sus padres trabajan casi todo el tiempo.
Así que Roy, se vistió, cogió su túnica de Gryffindor, su varita Endrino y ceniza de Ashwinder de 11,5 pulgadas, se puso los zapatos y salio disparado de la sala común. Seguidamente bajo por las escaleras móviles y saliendo por la entrada principal. Roy al llegar allí inspiro muy fuerte y grito "¡Por fin he llegado!" se respiraba un ambiente mágico y tranquilo. Cerro los ojos, volvió a inspirar y pensó todos los buenos momentos que paso el año pasado. Al terminar sus recuerdos los abrió, expiro y empezó su primera día del curso, disfrutar de los jardines de Hogwarts.
Al cabo de una larga paseada, mientras pasaba junto a un árbol del jardín se tropezó con una caga misteriosa. Estava medio enterrada en el suelo, *Quien ha intentado enterrar la caga allí, ¿Quien querría esconerla?* Roy intrigado fue a coger la caga al tocarla, se empiezan a escuchar movimientos el árbol estaba vivo, se levanto, giro y se dio cuenta de que era el Sauce Boxeador, el joven león de reojo vio una rama que le intentaba dar un golpe en la cabeza, pero en ese instante se agacho y se aparto dando un par de vueltas. *Tengo que inmovilizar el Sauce Boxeador, sino recuerdo mal, solo hay dos maneras de hacerlo, una con un hechizo, sino recuerdo mal creo que era Inmobilus y la otra manera era presionado un nudo situado en la base del árbol. Creo que lo del nudo será un poco difícil, probaré con el hechizo.* Mentaras pensaba todo esto, el Sauce ya había preparado el siguiente contrataque que le dio en la barriga, el joven de Gryffindor voló por los aires dejandolo en el suelo a punto de mira del árbol, justo a dos metros tenia la caja, se la miro, pero al mismo tiempo vio una rama que iba hacia él, hizo media vuelta la rama dio justo donde estaba, mientras se levantaba cogió la varita y dijo. "¡Inmobilus!"
El Sauce Boxeador volvió a su posición tranquilo como antes, Roy desenterró rápidamente la caja que era bastante vieja, a pesar de esto era larga y poco ancha y pesaba bastante ya que era de madera. La puso a buen recaudo para que no le molestase el Sauce para poder observar que contenia dentro. *¿Será peligroso?* La cerradura estaba cerrada, volvió a coger la varita de Endrino y ceniza de Ashwinder de 11,5 pulgadas "¡Alohomora!" quito la cerradura y abrió lentamente el maletín y a dentro había una Una saeta de fuego nueva. Roy estaba alucinando, no se podía creer lo que acababa de encontrar, se puso muy feliz y tenia muchas ganas de probarla, ya que quería entrar en el equipo de quidditch. Salió corriendo para enseñársela a sus compañeros de su nueva escoba.
Fuente: mi imaginación, hechizos buscados en http://es.harrypotter.wikia.com/wiki/HarryPotter_Wiki e información del Sauce Boxeador.
Severus Evans Severus se dirigía al campo de Quidditch para realizar un entrenamiento, pero iba a llegar demasiado pronto, por lo que decidió dar un pequeño rodeo por los jardines para hacer tiempo. Iba caminando despreocupado, observando el cielo y pensando: *Que buenas condiciones hace para volar*. Absorto totalmente de su alrededor, escuchó un ruido que le hizo volver en sí. Eran las ramas del sauce boxeador sonando debido a la leve brisa que las agitaba. "¡Anda! No sabía que estaba tan cerca del árbol" comentó mientras recorría el tronco del mismo con la mirada. Al llegar a la parte inferior, descubrió algo que llamó su atención, era algo que, por lo general, no debía estar ahí.
Tras unos segundos de observación, determinó bastante seguro de que parecía algun tipo de caja o cofre semienterrado. Por alguna extraña razón, esa caja le llamaba la atención demasiado, así que dicidió acercarse a echar un vistazo. Acercandose sigilosamente primero, para no perturbar al sauce, y haciendo una filigrana para esquivar una de las ramas que se había movido aleatroriamente, llegó hasta la base del tronco. No queria apoyarse de rodillas para no mancharse la túnica, por lo que optó por quedarse en cuclillas.
El cofre estaba suficientemente enterrado como para no poder sacarlo sin más, por lo que tuvo que escarbar por los costados para que cediera y pudiese estirar de él. Fue probando varias veces, sin éxito, por lo que tuvo que cavar un poco más. Llegado a ese punto no le importaba la tierra que se estaba quedando bajo sus uñas, solo queria ver el interior. Cuando por fin el cofre cedió, y consiguió sustraerlo del suelo, Sev probó a abrirlo, sin éxito. Debido a la extraña procedencia del mismo, le extrañaba que pudiese abrirlo fácilmente, pero, a pesar de que no lo hizo con mucha convicción, realizó un hechizo: "¡Alohomora!". Para su sorpresa el cofre hizo un leve chasquido y la tapa se entreabrió minimamente. Severus curioso, pero precavido abrió la tapa lentamente, hasta que entró suficiente luz como para dejarle ver lo que contenia en su interior.
En cuanto se percató de lo que era, cerró la caja de forma seca y pensó: *No puede ser, había escuchado historias de esto, pero... ¿Que hace esto aquí?*. Volvió a abrir la caja para confirmarse que no era una sueño, y vio algo que no habia divisado en el primer vistazo. Había un pequeño trozo de pergamino bajo lo otro. Sev cogió el pergamino dejando deslizar el objeto sobre el baúl y cuando lo tuvo en las mano comenzó a leer: "Aquí se encuentran las dos mitades de la Varita de Saúco, que el elegido rompió y tiró al acantilado de Hogwarts tras la segunda guerra mágica. Yo las he recuperado, y tras mucho intentarlo no he podido juntarlas, por eso las dejo aquí, para que si hay algun mago capaz de hacerlo y sea merecedor de la grandeza que repercutiría, pueda acceder al poder que le corresponde, y se convierta en el mago más poderoso de todos los tiempos."
El joven Hufflepuff no se vio tentado ni por un segundo, enseguida comprendió que tanto poder era algo inaudito, por tanto optó por arrugar el pergamino y guardarlo en el bolsillo de su túnica. *Más tarde me desaré de el quemandolo con incendio*.
Y no satisfecho con llevarse la nota, pensó algo más: * ¿Y si alguien sabe lo que es y lo que debe hacer a pesar de no leer la nota?*. "No puedo arriesgarme" susurró. Tras mirar los alrededores y percatarse que no habia nadie, cogió una de las mitades y la guardó en su bolsillo también. *En el próximo viaje que haga, elegiré un lugar perdido en el mundo y me desharé de la mitad de la varita allí. Nunca nadie podra relacionarlo, por lo que será imposible que alguien las vuelva a reunir de nuevo*. Con determinación, volvió a enterrar el cofre como medianamente pudo y se dirigió apresuradamente al campo de quidditch, donde quemó la carta con cuidado debajo de una grada y guardó la mitad de varita bajo su muñequera. "Aquí estará a salvo hasta que la esconda en mi dormitorio".
Severus estaba tranquilo de estar haciendo lo correcto, por lo que decidió centrarse en el entrenamiento y llevarse ese secreto a la tumba.
Shere Oswald El sol aún calentaba en lo alto del cielo cuando salí a pasear aquella tarde. Era raro, poder disfrutar de aquel momento pausado después del verano tan ajetreado que había pasado, la paz y la tranquilidad de los jardines me relajaba en oleadas de serenidad y me detuve un momento, cerrando los ojos y dejando que el sol me bañase con su luz. Las voces de otros alumnos que había tenido mi misma idea parecían alejarse lentamente. Inspiré profundamente y dejé salir el aire de mis pulmones, despacio, saboreando el momento.
Abrí los ojos y seguí caminando, aún quedaba mucho tiempo para encontrarme con Matt y ponernos completamente al día. Le gustaba bromear con que, ahora que tenía novia, iba a definitivamente dejarme de lado porque le aburría contar las cosas dos veces, pero nunca me hizo sentir desplazada, bueno, nunca me lo hicieron. Clara era magnífica y no dudaba en invitarme a estar con ella cuando quisiera.
Deshice el nudo de la corbata y una suave brisa hizo ondear los colores amarillos y negros. Realmente había echado mucho de menos Hogwarts.
Comprobé con una sonrisa que me acercaba al Sauce Boxeador y una sonrisa se dibujó en mi cara. Descubrir cómo parar sus ramas había sido más suerte que habilidad. Aquel día había estado lloviendo toda la mañana, solo parando cuando el reloj marcó las dos. Como muchos otros, Matt y yo aprovechamos para salir a los terrenos a dar un paseo, y, poco después a perseguirnos, lanzándonos hechizos como Rictusempra o Tarantallegra (yo favoreciendo al primero y él al segundo). Iba muy por delante de él, moviéndome en zigzag y girándome para lanzar mi encantamiento. Una de aquellas veces, le di de pleno, pero no dejé de correr porque sabía que, en el momento que pudiese parar de reír, buscaría aquella divertida venganza. Yo, siendo la torpe que soy, tropecé al girarme y el suelo mojado me hizo deslizarme, brazos hacia delante, en una postura para nada elegante y que, de no haber estado riéndose, hubiese arrancado una carcajada de los labios de Matt.
Tras ese tropiezo, sentí que algo me detuvo, y al mirar hacia arriba, vi mi varita encallada en un nudo del tronco de un árbol. Escuché a mi mejor amigo gritar mi nombre y me temí lo peor. Tragué saliva y elevé mi vista hasta encontrarme con el Sauce Boxeador. Me puse en pie todo lo rápido que, pude, pero el árbol no se movía para atacarme. Había visto a unos Gryffindor de cursos superiores acercarse a él y ver cuánto tiempo podían aguantar sin ser golpeados, y ahí estaba yo, de pie bajo sus ramas. Sonreí cogiendo la varita y colocándola tras mi oreja. Y el árbol se volvió loco. Afortunadamente, Matt estaba lo suficientemente cerca como para tira de mí y sacarme fuera de su alcance. Tras varios pruebas, descubrimos que había sido mi varita, clavada en aquel punto exacto, la que había conseguido que el árbol se parase y, desde ese día, lo usamos como punto de reunión (para sorpresa de muchos que pensaban que solo teníamos un inaudito talento para las plantas.
Hice levitar una ramita con ayuda de mi varita y la enterré en el nudo del árbol, consiguiendo su inmovilidad. Me acerqué y me senté en el mismo lugar que solía hacerlo, bajo las iniciales de "J. P.", "S. B", "R. L." y "P. P.", recostándome en el tronco. Miré a la rama, un acto reflejo que hacía siempre por miedo a que el palo, mágicamente, dejase de estar en su lugar y, por primera vez, vi algo que me sorprendió. No, no, el palo seguía en su sitio, sin embargo, entre la hierba, brillaba algo.
Puedo ser torpe, pero también curiosa, así que poco tardé en levantarme y acercarme a ese objeto brillante. Me arrodillé a su lado y retiré la arena y hierba con mis manos, formando medias lunas negras bajo mis uñas. El objeto brillante resultó ser la brisagra de una caja alargada. Me recordó algunas historias que se contaban en la Sala Común de Hufflepuff sobre una chica que había encontrado una caja junto al Sauce Boxeador. Las versiones eran tan dispares que lo había asumido como una leyenda, pero había algo en lo que todas las historias coincidían, había sido hace unos años (desde que yo entré en primero, ahora unos cuantos más) y que ella sintió escalofríos al conseguir abrirlo, tanto que supo que la caja estaba mejor enterrada junto a las raíces. No está claro a qué casa iba, tampoco a qué año, por no hablar del supuesto contenido de la caja. Según algunas versiones, podía estar incluso a punto de encontrarme con la cabeza del mismísimo Lord Voldemort.
Mis dedos temblaban y sentí mi corazón latirme con fuerza en el pecho. Me pregunté si debía esperar a mi amigo tejón, pero la curiosidad sacó lo mejor de mí. La tapa parecía resistirse, pero no por ningún hechizo mágico, simplemente el tiempo, en aquel lugar, de aquella manera. Con un último tirón, conseguí abrir la caja, con tanta fuerza que el único objeto que había en dentro, cayó junto a mis rodillas. Mis ojos se abrieron como platos al verlo y entendí el escalofrío de la muchacha.
Alargué la mano, temblorosa, hacia ella y la toqué, sintiéndome en ese mismo momento con más magia que nunca, con más poder que nunca, con más confianza que nunca, sintiendo que podía con todo. Y me asusté. Volví a meterla en la caja y la observé sin tocarla; frente a mí tenía la varita invencible, la varita de Saúco. Un suspiro quebrado se escapó de mis labios. Era un rumor muy extendido que Harry Potter había vuelto a meter la varita en la tumba de Dumbledore, nunca fue confirmado, por supuesto, pero es posible que, después de aquel momento, alguien pensara que si sucedió una vez, la historia podía volver a repetirse, que alguien pensara que la varita estaría más segura entre las raíces de un árbol que peleaba con voluntad propia. Miré en la dirección en la que sabía que estaba la tumba del antiguo director y asentí suavemente. Estaba claro qué era lo que tenía que hacer.
Cerré la caja y lancé sobre ella el encantamiento Fermaportus, sabiendo que realmente no haría nada por proteger la varita, e hice el agujero algo más profundo, asegurándome que nada de la caja quedaría visible. Lo tapé de nuevo y traté de disimular aquel parche de tierra removida lo mejor posible. Tragué saliva una vez más y me alejé unos pasos del árbol, sacando la rama del nudo. Me sentí más segura cuando empezó a agitarse violentamente.
Sonreí y giré sobre mis talones, comenzando a correr hacia el castillo para encontrar a Matt. Después de aquel hallazgo, quería mantenerme lo más lejos posible del Sauce Boxeador.
Yavvana Badger Yavvana había quedado con unos compañeros para ponerse al día y contarse que habían hecho durante las vacaciones, pero como siempre salió demasiado tarde del colegio, por lo que atravesaba los terrenos del castillo a toda velocidad cual escoba voladora. “Soy más rápida que la Barredoraaaaa…” el grito entusiasta de la pequeña quedó cortado cuando uno de sus propios pies interfirió en el camino del otro, haciéndola caer estrepitosamente, “once, la barredora once” dijo riéndose de sí misma.
Acostumbrada a ese tipo de caídas, se quedó tumbada boca abajo unos segundos para después apoyarse sobre sus codos y mirarse las palmas de las manos. *Jo, pero si la otra postilla casi se había curado, ahora herida nueva...* Movió las muñecas en círculos para comprobar que todo estaba bien y suspiró mirando al frente. *Tengo que empezar a…* comenzó a decirse a sí misma, pero algo llamó su atención. No muy lejos, cerca del Sauce Boxeador, algo sobresalía de la tierra. La pequeña tejona entrecerró los ojos en un vano intento de ver con más claridad. Despacio, se incorporó, olvidando su caída y el escozor en las rodillas, y se encaminó hacia aquella cosa que parecía la estaba llamando.
Al llegar, se arrodilló junto al bulto y terminó de desenterrarlo, *Curioso, curiosísimo* pensó al ver la extraña caja. La cogió se sentó con las piernas cruzadas, poniendo la caja sobre ellas para verla mejor. Un pequeño candado cobrizo la mantenía cerrada guardando sus secretos, la chica intentó forzarla al modo muggle, lo cual, obviamente, no resultó. *Sí supiera hacer el hechizo alohomora* pensaba cuando un ligero Click sonó y el candado cayó sobre su regazo. *Alucinante…*. Como si de un tesoro se tratara, Yavvana abrió la caja con sumo cuidado, expectante y nerviosa al mismo tiempo, descubriendo en su interior lo que parecía un trozo alargado de madera. Lo sacó y alzó a la luz para verlo mejor, dándose cuenta de que era un trozo de varita, “¿dónde está la parte que te falta pequeña?” le preguntó a la varita, que, sin previo aviso, salió despedida de su mano para caer al suelo. “¿Me estás diciendo hacia dónde tengo que ir?” preguntó poniéndose en pie, pero no ocurrió nada. Yavvana se puso en pie, recogió el trozo de varita del suelo y miró tan lejos como su vista alcanzaba, “¿El lago? ¿Es allí dónde tengo que buscar?”
“Eh tú, tejona” la llamó su amigo desde lejos.
“Hola… serpiente…” dijo la chica girándose lentamente hacia él.
“Todos te estamos esperando, supuse que te había pasado algo, y por tus pintas veo que te has caído otro vez” dijo el chico riéndose.
Yavvana miró hacia abajo, su túnica estaba toda sucia y un poco rasgada. Se subió la túnica por has el muslo para descubrir dos agujeros en las rodillas de sus medias que dejaban ver dos raspaduras.
“Para variar” dijo la chica sonriendo y encogiéndose de hombros a la vez que guardaba el trozo de varita con disimulo en el bolsillo de su túnica. “Venga, vamos, que llegamos tarde” terminó diciendo agarrándose al brazo de su amigo y se alejaron juntos.
Sam tekna Era el primer día de clase y Hogwarts parecía no envejecer. *La verdad es que nos parecemos mucho ¿Sabes?, jóvenes y fuertes por fuera pero escondemos muchos secretos en nuestro interior*- Reflexionó Sam al bajar del carro que se movía solo. Junto a los otros alumnos Sam se dispuso a cruzar el puente de madera convencido de que iba a ser un gran año, el tercero para él. En el momento en el que se decidió a dar el primer paso para atravesar el puente Sam notó como una fuerza lo hacía caer hacia atrás, se apoyó con las manos en el suelo para evitar la caída y se giró levantando la cabeza para averiguar quién o qué lo estaba tirando…… “Pero….¿Qué? Pierce!!!Ven aquí cabezón!” - Dijo Sam abrazando a su amigo. Estos dos se conocieron en el expreso de Hogwarts hacía tres años. “jaja...No aprietes tanto tío….. Yo también te he echado de menos.”- Dijo Pierce soltandose de una vez de Sam.- “ Bien, sígueme!”- Terminó Pierce estirando a Sam por la túnica. “Eh, eh, espera un momento ¿A dónde vamos? el banquete estará a punto de empezar…. Pero espera hombre… no podemos hacerlo después o cómo las personas normales ¿Mañana?” - Dijo Sam siguiéndole al trote hasta alcanzarlo. “ No, esto no puede esperar…..Vamos aprisa!”- Dijo Pierce acelerando el ritmo. Los dos amigos avanzaron colina abajo a una alta marcha, apenas paraban para respirar un poco aunque el esfuerzo de frenar por la colina los fatigara. Cada vez que Sam abría la boca para preguntar Pierce aumentaba la marcha para hacerle entender que solo quería que lo siguiera, después de varios intentos Sam desistió y se limitó a seguirle. * A saber donde me lleva, a esto se le llama empezar con buen pie…… Como me pierda el banquete….” “Ten claro que como me pierda el banquete no vas a dormir en una semana ¿me oyes?, a menos que haya merecido la pena so merluzo”- Le chilló Sam a su amigo aumentando el ritmo para cogerlo. “Tssss, calla, estamos cerca….” - dijo Pierce.- “ A partir de aquí digas lo que digas, susurra, aunque pase algo...incluso a alguno de nosotros dos. Por favor, no grites. Ah y saca la varita”- Susurró Pierce. Cuando Sam se quiso dar cuenta estaban a oscuras cerca del Sauce Boxeador y de los lindes del bosque prohibido, cuando sacaron la varita ambos conjuraron el encantanamiento iluminador, se juntaron un poco más y caminaron sin hacer ningún ruido. Pierce estiró a Sam por la túnica y le indicó que se pusiera detrás de él, y así hizo Sam. Avanzaron unos metros sin hablar hasta tener el árbol delante, por la oscuridad y la poca luz que efectuaban las varitas parecía que estirando el brazo lo pudieran tocar…. Sam preocupado le preguntó: “¿Me puedes a que hemos venido? Te puedo asegurar que no deberíamos estar aquí por varias razones que conoces perfectamente so merluzo….Demos la vuelta ya!! - susurró Sam lo más claro posible para que su amigo lo entendiera. “Calla y confía en mí! Ahora…. debe estar por aquí….Mira!!! ¿Ves eso?” - Preguntó Pierce al mismo tiempo que señalaba con la mano. - “Creo que lo hemos encontrado, deja que te explique: mi hermano me contó estas vacaciones acerca de una historia sobre una estudiante de este castillo que encontró una especie de baúl o caja con un contenido que se desconoce, el caso es que dicha alumna estuvo rara un tiempo después, según mi hermano dijo que sintió escalofríos por todo el cuerpo….” - acabó Pierce en voz baja. “Pero vamos a ver, ¿me estás diciendo que tu hermano te ha contado una historia, que pùede ser mentira, pero que el final no es bueno para la persona que abre la caja y tu me traes a ella!? ¿ Se puede saber que te he hecho yo?? - dijo Sam levantando el tono de voz.- “Esta es la última vez que te hago caso, lo prometo”. Cuando se acercaron al baúl Sam seguía insistiendo para que volvieran al castillo, un esfuerzo en vano, Peirce seguía avanzando sin escucharlo… Una vez tuvieron el baúl delante se detuvieron a observar alrededor, escuchando atentamente cualquier sonido procedente del bosque. Solo escucharon el susurro de viento que acariciaba las secas ramas del sauce. Una vez seguros Pierce y Sam se agacharon, lanzaron Alohomora a la vez y abrieron el baúl….. Los ojos de ambos se abrieron de par en par, cayeron de culo y soltaron las varitas para apoyarse con las manos en el suelo, las varitas se apagaron. A oscuras otra vez buscaron con las manos las varitas, Sam la encontró primero y lanzó Lumos. Volvió al baúl otra vez y observó de nuevo el interior con el corazón latiendole más de lo que debería. Sam cogió los dos pergaminos del fondo y les acercó la varita para verlos bien….. Y así era. Aquello que ambos pensaban que habían visto, era real, una fotografía de Sam y Pierce moviéndose, concretamente del día que empezaron en Hogwarts… “Pero….esto….¿cómo es posible? Somos…..somos nostros ¿no?” - Dijo Sam mientras le temblaba la voz. - “No… no lo entiendo… ¿es una broma?”- acabó de mal humor Sam mirando a pierce, ya le daba igual susurrar o gritar eso era demasiado para él. “No… t-te lo prometo que no….”- le contestó Pierce pálido- “no sé de qué va esto, yo no esperaba..” - cortó de repente Pierce al escuchar un ruido. Los dos levantaron la cabeza, miraron al sauce...nada, miraron al bosque…. nada. Sam le dijo a pierce que sacara su varita, pero éste aún no la había encontrado en la oscuridad. De repente volvieron a escuchar el mismo ruido pero más fuerte, más cerca y ambos como si fuera un instinto de valentía…… salieron corriendo dirección al castillo, dirección a casa, dejando atrás las fotografías que se movían en el baúl. Efectivamente, cuando llegaron Sam se había perdido el banquete. Pierce es un personaje inventado.
Rufus Tonks Y allí estaba yo... en los jardínes de Hogwarts deseando volver a empezar el nuevo curso. Había quedado con mis amigos después de esas fantásticas vacaciones de verano, pero parecía que yo era el primero en llegar. El calor ya nos estaba abandonado para dejar paso al frío otoñal y yo, los esperaba dando pequeños trechos por ese paraje precioso que me recordaba a historias vividas el año anterior. En el castillo se oían de nuevo los fantasmas dando la bienvenida, los alumnos como yo corriendo al gran comedor, y los nuevos de primero nerviosos por la ceremonia de selección.
Yo estaba deseando volver a recorrer esos pasillos, pero ahora solo pensaba en volver a ver a mis amigos, encontrarme con ellos y contarles de primera mano todo lo que he vivido durante esos meses fuera del castillo. Y en ese momento, mientras seguía en mi mundo dando pasos sin ningún destino, lo vi de nuevo, el Sauce Boxeador. Sin quererlo me vino a al mente la historia de los merodeadores... Pensar que fue el propio Albus Dumbledore quien hizo plantar ese árbol... no podía parar de mirarlo... Y entonces la vi. Como si fuera el anillo único del Señor de los Anillos, tenía la sensación de que decía mi nombre, me hipnotizaba y no podía evitar su hechizo de desear cogerla. Poco a poco, y sin saber como no desperté al Sauce, pude cogerla. Fue entonces, cuando la tuve en mis manos, que sentí esa sensación. Una mezcla entre terror, incertidumbre, soledad, que poco a poco se transformó en alegría, euforia, y entusiasmo. La propia caja me gritaba que la abriera! Su voz resonaba en mi cabeza, una voz grave que me obligaba a estirar mi brazo y dar un giro al único cierre del que disponía esa pequeña forma cuadrada.
Un pequeño chirrido sonó mientras la tapa poco a poco se abría sin que yo tuviera que hacer nada. Tan solo escuché un "Gracias" y yo estaba sin poder moverme esperando que de allí saliera cualquier cosa. Y esperé, sin decir nada, parecía que el tiempo se había detenido y que yo fuera el único capaz de moverme. Cogí el valor necesario y miré en el interior. Todo era oscuro, como un pozo sin fin que llevaba a otra dimensión. No entendía nada... *Que está pasando?* Pensé. Seguro que lo más sensato hubiera sido dejar esa caja de nuevo en su lugar de origen, pero lo mismo que hizo que la abriera, ahora no me dejaba ir. Introduje mi brazo en su interior y fue entonces cuando... una pequeña criatura salió de su interior. Era peluda, con ojos saltones, y con unas orejas larga que casi tocaban el suelo. Iba vestido son una túnica, y con su sombrero de mago homologado. Yo, seguía sin entender nada.
Lo último que recuerdo fue que esa criatura que había salido de la caja, se abalanzó sobre mi y me empezó a lamer toda la cara. Al final, resultó que todo era un sueño, y que la criatura era en realidad mi perro Jack dandome lametados para darme los buenos días.
Rufus Tonks //OGG: no se ha enviado la historia entera... No tengáis en cuenta este fragmento//
Rufus Tonks Y allí estaba yo... en los jardínes de Hogwarts deseando volver a empezar el nuevo curso. Había quedado con mis amigos después de esas fantásticas vacaciones de verano, pero parecía que yo era el primero en llegar. El calor ya nos estaba abandonado para dejar paso al frío otoñal y yo, los esperaba dando pequeños trechos por ese paraje precioso que me recordaba a historias vividas el año anterior. En el castillo se oían de nuevo los fantasmas dando la bienvenida, los alumnos como yo corriendo al gran comedor, y los nuevos de primero nerviosos por la ceremonia de selección.
Yo estaba deseando volver a recorrer esos pasillos, pero ahora solo pensaba en volver a ver a mis amigos, encontrarme con ellos y contarles de primera mano todo lo que he vivido durante esos meses fuera del castillo. Y en ese momento, mientras seguía en mi mundo dando pasos sin ningún destino, lo vi de nuevo, el Sauce Boxeador. Sin quererlo me vino a al mente la historia de los merodeadores... Pensar que fue el propio Albus Dumbledore quien hizo plantar ese árbol... no podía parar de mirarlo... Y entonces la vi. Como si fuera el anillo único del Señor de los Anillos, tenía la sensación de que decía mi nombre, me hipnotizaba y no podía evitar su hechizo de desear cogerla. Poco a poco, y sin saber como no desperté al Sauce, pude cogerla. Fue entonces, cuando la tuve en mis manos, que sentí esa sensación. Una mezcla entre terror, incertidumbre, soledad, que poco a poco se transformó en alegría, euforia, y entusiasmo. La propia caja me gritaba que la abriera! Su voz resonaba en mi cabeza, una voz grave que me obligaba a estirar mi brazo y dar un giro al único cierre del que disponía esa pequeña forma cuadrada.
Sam tekna Era el segundo día de clase, Hogwarts parecía no envejecer tenía las gn
Jean Brian Había algo en esa caja polvorienta que atraía a Jean. Sentía la necesidad de querer abrirla y descubrir que había dentro, pero también le transmitía una sensación que le inquietaba. *Esto es lo que debió sentir Pandora* pensó la chica mientras cogía la caja y se la apoyaba en el regazo.
A pesar de haber sido enterrada en aquel lugar tan peligroso, la caja no contaba con ningún tipo de seguridad, solo tenía una pequeña manivela a modo de cierre. ara Jean, la incertidumbre y el no saber era mucho peor que descubrir lo que sea que hubiera dentro. Después de estirar y retirar su mano un par de veces del cierre, con actitud duditativa, soltó un largo suspiro y giró lentamente la manivela hacia la derecha hasta que escuchó un leve click y la tapa se levantó un centímetro. *Ya no hay marcha atrás* pensó con el corazón a mil por hora.
Con cierto temor, agarró la tapa con ambas manos y la abrió por completo. En cuanto vió su contenido, no puedo evitar volver a poner la caja en el suelo mientras un escalofrío le recorría el cuerpo. Dentro había un corazón que latía ya apenas sin fuerzas. La joven hubiera creído que era de verdad si no fuera porque poco le quedaba de su color original. Era de color negro, como el carbón, dando la impresión de que se desintegraría si la chica lo tocaba. Dentro, pegada a la tapa de la caja, había una nota con la tinta un poco difuminada por los años, pero aún legible, que decía: "Este corazón es un recordatorio para que las decisiones importantes de tu vida las hagas con el corazón, sino el tuyo acabará en una caja, olvidado y marchito, como este."
Drake Lextrange Era la primera semana de septiembre y Drake pisaba mas fuerte que nunca el castillo. Este año venía cargado de sorpresas y el quería disfrutarlas, pero solo era la primera semana y tenía que instalarse sin ningún tipo de apuro.
Me Chez El curso había empezado pocos días atrás. Había mucho ambiente por Hogwarts pues todos los alumnos estaban contentos de reencontrarse con sus amigos. Ese día Me, había decidido bajar a los jardines del colegio, pues allí había quedado con el chico que le había robado el corazón el curso anterior, él era dos cursos menor que ella, pero eso a ella no le importaba en absoluto, lo que cuenta es el amor, no la edad decía muy a menudo a sus amigas y amigos.
Mientras paseaba, de camino al lugar acordado, la joven iba fijándose en cada uno de los pequeños detalles del camino. Se paró en seco al ver unos pajaritos revoloteando por el castillo, más adelante se agachó a oler unas flores que yacían en el césped. La tranquilidad hacia que la águila se relajara cada vez más. A lo lejos pudo divisar un árbol bastante grande y viejo, el cual fue llamado mucho tiempo atrás, el Sauce Boxeador.
Como aún tenía tiempo, de hecho había salido una hora antes, decidió ir a acomodarse bajo aquél árbol. Al llegar se sentó junto al tronco, se acomodó y alzó la vista hacia el cielo, intentando averiguar que formas veía en las distintas nubes que pasaban. En un momento dado, Me apoyó la mano un poco más atrás, puesto que quería estirarse un poco, "Ay!" exclamó la joven al tocar el suelo. Decidió incorporarse de nuevo, y ver que era aquello con lo que se acababa de hacer daño. Al observar el lugar donde antes había estado su mano, pudo ver algo que sobre salía del terreno. *Parece un trozo de madera* pensó la muchacha, *Tal vez no debería tocarlo* se dijo así misma, pero sin siquiera darse cuenta, al volver a la realidad, se encontraba desenterrando aquel misterio. Pues la duda, pudo con ella.
Cuando terminó de desenterrar aquel objeto, Me lo agarró con sumo cuidado, pues no sabía que podía contener aquella caja de madera. Tan solo tenerla entre sus manos, provocaba en ella unos escalofríos inmensos, miedo, terror... *¿Que me está pasando?* pensó la polluela, pues no podía mover ni un solo dedo, estaba totalmente paralizada. La chica quería saber cual era el contenido de aquella caja, he hizo todo lo posible por salir de aquel trance, e intentar abrir la caja.
Cuando se deshizo de la parálisis, se sentó como si de un indio se tratara y ubicó la caja en el suelo frente a ella. Antes de intentar abrirla, se quedó mirándola fijamente, aquella caja tenía algo misterioso, que hacia que Me tuviera miedo de saber que escondía en su interior. Tras varios minutos frente a ella, sin hacer ni un solo movimiento, la muchacha sacó su varita y pronunció las palabras exactas intentando abrir la caja. "Alohomora" anunció apuntando hacia la cerradura. En un abrir y cerrar de ojos la caja había quedad abierta. Desde su perspectiva Me, no podía divisar nada de lo que había en el interior. Se incorporó un poco hacia adelante, lo suficiente para que le dejara ver que es lo que escondía.
Al ver lo que había dentro, se puso contenta y fue a tocarlo, pero en el momento de tocar aquel objeto, Me no pudo moverse, sus ojos se abrieron como platos y un mar de lágrimas empezaron a deslizarse sobre su rostro. "¿porque estoy llorando? ¿Que es este colgante? ¿Está maldito?" miles de preguntas pasaban por su cabeza. El miedo se intensificaba cada vez más. La joven se apartó de aquel objeto todo lo rápido que pudo, cerró la caja de un golpe, y se retiró hacia atrás con una respiración entrecortada. Minutos más tarde cuando se recuperó un poco, agarró la caja de nuevo, la cual se había cerrado nuevamente sola y la devolvió al lugar de donde la había sacado. Con toda la rapidez que pudo, volvió a enterrar aquella caja, con el deseo de que nadie más la encontrara jamás, ni que nadie sintiera lo que ella había sentido al tocarla.
Al terminar, la muchacha se levantó y se dirigió hacia el castillo, había olvidado por completo su cita. Durante el resto del día la joven estuvo triste y abatida, los sentimientos que sentía eran negativos, todo por culpa de aquella caja misteriosa y a su parecer maldita. Me era una chica a la que le gustaba participar en clase, pero aquel día ni una sola palabra salió de su boca, estaba inmersa en sus pensamientos, los cuales se restringían solamente en aquella caja y en su contenido, un collar aguamarina, con perlas de color plata.
Ari Heartfillia Los odio, me siento discriminado porque no vivo en España T_T
Regnar Wolf Regnar llevaba ya tres cursos en Hogwarts y había una cosa que nunca había hecho, visitar el viejo sauce boxeador, la verdad es que nunca le había llamado la atención, *vale si es un árbol que se mueve pero..... es un árbol, si hablara ya sería otra cosa* decidió ir a visitarlo de inmediato sin saber muy bien que hacer al llegar, *supongo que habrá un libro de firmas o algo así para tener constancia de las visitas, o llaveros de recuerdo o camisetas y gorras, en plan, yo estuve con el sauce boxeador, o venga vale ya estoy divagando* cogió su zurrón y caminó con paso alegre en dirección a los jardines y de allí directo al árbol, de camino y por ir practicando decidió ir tocando su guitarra "alabaré, alabaré alaaaabareeee a mi señoooorr", el pelirrojo se paró en seco *¿perdona? Y eso de donde salió* no le dió más importancia y esta vez si fue tocando un tema que durante el verano había escuchado mucho de un cantante muggle. Rápidamente llegó a tener a la vista al famoso árbol, dejó de tocar y empezó a caminar alrededor del mismo. Por la parte menos transitada le pareció ver un brillo entre las raíces, se fue acercando tomando precaución con las ramas, hasta que distinguió algo semienterrado, parecía una caja, miró a su alrededor por si había alguien más por ahí, pero no logró ver a nadie, la curiosidad se apoderó de él, lo malo que la caja estaba dentro del radio de acción de las ramas del árbol así que se tumbó en el suelo y fue reptando silenciosamente para no llamar la atención, consiguió llegar hasta la caja y extraerla sin que el árbol se percatara de su presencia, pero al mirarle vio como una rama impacta a a escasos centímetros de él, por lo que optó por una técnica milenaria, cogió la caja y salió corriendo "aaaaaaaaaaahh bicho fuera bicho fuera a aaaaa, que te hago palillos ¿eh?". Consiguió salir fuera del alcance jadeando y con la adrenalina por las nubes, depositó el cofre en una roca grande y se quedó un tiempo mirándolo, no era un caja en sí, parecía más un cofre, pero muy simplón madera simple con los típicos herrajes de hierro, alguno ya con óxido por el paso del tiempo, "madre mía, cuanto llevará esto ahí? No tiene sentido, con un simple candado muggle" decía en voz alta mientras examinaba el candado, encogiendose de hombros extrajo su varita de la funda y apuntando al cofre "alohomora", con un chasquido el candado se abrió, un nerviosismo se apoderó del pelirrojo, *¿debería abrirlo? Si ya se que lo he abierto sin pensar, pero a sido la emoción, bueno venga un vistazo rápido*, con decisión abrió el cofre de golpe, su mente tardó unos segundos en asimilar lo que veía, su expresión fue pasando a la estupefacción, al miedo, y finalmente al terror más absoluto, su mente activó el instinto más primario que aún conserva el ser humano, el de supervivencia, por lo que salió corriendo como alma que lleva el diablo gritando como un poseído. En el cofre abierto y exponiendo toda su maldad al mundo se encontraban las obras completas de Isabel Pantoja, Maria del Monte, Támara con su no cambié, y Leonardo Dantes. Que Morgana nos pille confesados.
Eleanor Hawthorne Eleanor le quitó el polvo a la caja que había encontrado, curiosa por saber qué se encontraba en su interior, pero también temerosa en cierto modo. Si algo había aprendido en los escasos meses que llevaba en Hogwarts es que prácticamente cualquier cosa que encontrara en el colegio podía volverse en su contra si lo permitía. Por ello, meditó durante unos minutos si abrir la caja o no. Por una parte, estaba el hecho de que ella era una alumna de primero y poco podría hacer si esta albergaba algún peligro; por otra, en su fuero interno, estaba deseando saber qué contenía. Finalmente, y con muchísimo cuidado, decidió abrirla. En ese preciso instante, comenzó a reproducirse una especie de vídeo (aunque dudaba que los no-muggles lo denominaran así) dentro del cofrecillo, y su corazón se encogió. En el centro de la escena se hallaba su madre en el suelo, dando espasmos y con mucha sangre saliendo de la nuca (probablemente, fruto de una caída). Eleanor se asustó tanto que no pudo gritar siquiera, y todo lo que exhaló fue un ahogado jadeo de angustia. Momentos después, su madre dejó de moverse, y al fijarse en su pecho, vio que había dejado de respirar. Estaba muerta. Llorando a lágrima viva, dejó caer la caja al suelo, que se cerró por el golpe. La escena desapareció, y ella se arrastró como pudo lejos de allí. Ella no lo sabía, pero había tenido su primera experiencia con un boggart y, cuando años después estudiara en su clase de Defensa Contra las Artes Oscuras a estas criaturas, comprendería al fin qué le pasó un día en los jardines de Hogwarts, cuando no era más que una pipiola de 11 años que apenas estaba comenzando a tener contacto con el mundo mágico. Por el momento, Eleanor decidió firmemente no volver a abrir nada de origen desconocido hasta que sus habilidades con la varita no dejaran tanto que desear, y le mandó una lechuza a su madre para asegurarse (aunque ya intuía en cierto modo que la escena no había sido real) de que estaba bien.
Marea Ache Era mi primer año en Hogwarts. Por fin había llegado el momento de vivir las aventuras que siempre había soñado. Tantas emociones me estaban superando a mí misma y decidí dar una vuelta por los jardines. Ahí estaba ...el Sauce Boxeador. Me acerqué con cuidado y sobretodo, con un gran respeto y admiración. Algo brillante sobresalía a sus pies, me acerqué y el sauce con una de sus ramas finas me apartó de un empujón. En el segundo intento, agarré este objeto tan misteriso con todas mis fuerzas y gracias a la sacudida del sauce, salí volando... Pero con mi tesoro. Era un cofre de plata con grabados de notas musicales, sin cerradura. Intenté abrirlo con todas mis fuerzas, pero mis esfuerzos fueron en vano. Ya aburrida y sin ideas, y supongo que inspirada por los grabados, empecé a cantar una nana que siempre me cantaba mi abuela. De repente, caí en la cuenta de que no estaba cantando sola, una voz me acompañaba en mi canción...la caja estaba abierta... Dejé de cantar y miré su contenido ansiosa. No había nada. Volví a cantar, esta vez mirando la caja... Y como si fuera un espejo, algo empezó a verse en el fondo de la caja... ¡Era mi abuela! Había fallecido hace cuatro años y estaba cantando conmigo, ahí reflejada. Cuanto más cantaba, más nítida era su voz y más clara su imagen. De repente oí algo, pero como si viniera de dentro de mí " para mi niña, o morirás... Mírate las manos" era la voz de mi abuela. Miré mis manos y estaban muy arrugadas, saqué mi espejo de bolsillo y lo ví ¡lo que estaba viendo era mi reflejo! Solté la caja de un sobresalto y mis manos volvieron poco a poco a ser las mías. ¿Qué había pasado?
Marina Morgan Marina salió a dar una vuelta por los jardines del palacio para despejarse, ya que llevaba ya varias horas encerrada en su habitación haciendo todas sus tareas. Sintió como una suave brisa le acariciaba el rostro y comenzó a andar. Primero dio una vuelta por el lago, donde se encontró con otros grupos de estudiantes; pero como prefería estar a solas y perderse en sus pensamientos se acercó a la zona del Sauce Boxeador. Vio que hoy estaba especialmente tranquilo, y decidió acercarse lentamente a sus raíces, para sentarse un momento allí. Al acercarse vio que una especie de caja negra lacada, que desprendía un aire misterioso. Al principio no supo que hacer y aunque la caja no le gustaba demasiado, sintió algo que la empujó a cojera. Al tocarla sintió como un escalofrió la recorría, y este aumentó al abrir la caja. Su cara se congeló en una expresión de horror. No podía pensar ni decir nada. Parecía que el horrible contenido de aquella caja la hubiese detenido, pero unas voces de estudiantes a lo lejos la devolvieron a la realidad, y rápidamente cerró la caja y la dejó donde la había encontrado. Se levantó y miró alrededor para comprobar que nadie la había visto, y se fue andando lo mas rápido que pudo hacia le castillo, mientras pensaba como alguien podía haber metido la cabeza cortada de un dementor en aquella caja, y con su extraña imagen todavía clavada en su retina.
Belayka Potter Belayka pasando una vez mas como cada año hacia después de llegar a Howgarts para el siguiente año. Aquel día cuando paso junto al sauce teniendo cuidado de que el sauce no le diese con una de sus fuertes y feroces ramas, vio que algo en el suelo que parecía una caja asomaba entre el césped. La joven leona se agacho a ver que era y lo que contenía, al abrir la caja con curiosidad tubo el presentimiento de estar viendo todos sus recuerdos desde el verano que recibió su carta de Hogwarts hasta el presente, y fue a raíz de abrir la caja y de ella salir una especie de destello delante suya dejandola inmóvil hasta volver a la realidad. *Vaya extraña experiencia, es raro todo lo que puede hacer una caja aquí oculta...* Pensó una vez dejo la caja volviendo al presente.
Joseph Snape Señorita Lovegood muy buen articulo, espero que todos se animen a participar. Mucha suerte a todos.
Jenna Ocsir ¡Vamos chicos! A participar ya de ya
Yera Wert Yera se disponía a abrir aquella caja que tanto le llamaba la atención. El sauce movía sus ramas creando un entorno agradable consiguiendo un sonido agradable que sonaba cuando las hojas se rozaban entre ellas... Se tumbó en el césped seco que carecía de flores y se recogió la túnica dejándola lisa sobre la tierra tras ella. Se dispuso a abrir la caja sin importarle quien hubiera alrededor o quien pudiera verla, solo le importaba ver que había dentro. Abrió la caja con nervios pero con ansia, muy despacito... y cuando la abrió un destello blanco y brillante salió plasmándose en el tronco del sauce boxeador. Yera se dirigió hacia el destello y este le enseñaba los recuerdos del pasado. Lo vivido desde que nació hasta el presente. Aparecían recuerdos de cuando Hogwarts no existía aún en su vida y jugaba en el parque con otros niños muggles, su primera carta de Hogwarts, su primer vuelo con escoba, su primera clase de pociones... Todos aquellos recuerdos intensos se plasmaban en aquella corteza haciéndole entender lo importante que es aprovechar cada momento de su vida y haciéndola más fuerte y haciéndole saber lo importante que es valorar cada segundo de la vida.
Dacre Ryen ¿Quién no querría una caja llena de artículos de Harry Poter? Deshonra sobre mi vaca por no cumplir los requisitos. A ver quién se la lleva.
Remi Snape Lástima, no puedo participar :( . Animaros que es un regalazoo